
Pablo Casado no lo tenía fácil para cambiar el rumbo de un partido desmoralizado y derrotado tras la moción de censura que desalojó a Mariano Rajoy del poder. Y, desde que venció en las primarias en el verano de 2018, se ha asemejado demasiado a la figura de un Hamlet que vagaba por las murallas de Elsinor bajo la agobiante sombra de su padre. Ser o no ser. Sufrir los tiros penetrantes de una fortuna injusta u oponer los brazos al torrente de calamidades. Éste era el dilema del príncipe del drama de Shakespeare. Y también ha sido la disyuntiva del líder del PP desde que fue elegido hace dos años. Atrapado entre el éxodo de votantes hacia Vox y...
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