jueves, 29 de octubre de 2020

Cultura Inquieta responde a las críticas por su polémica intervención en el Polideportivo de la Alhóndiga de Getafe

El mes pasado, en una iniciativa en la que tomaba parte el ayuntamiento de Getafe junto con otras organizaciones como la Fundación Vicente Ferrer o Greenpeace España, se celebró la primera edición del CI Urban Festival, un festival de arte urbano. Como parte de este evento, el Polideportivo de la Alhóndiga se convertió en un gran lienzo sobre el que el equipo de Boamistura, un colectivo de artistas urbanos que ha trabajado en diferentes disciplinas incluyendo colaboraciones con músicos como Leiva, Vetusta Morla o Xoel López, pintó una gama de colores sobre los que se puede leer la palabra «Empatía». El Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha criticó la intervención sobre esta obra de Miguel Fisac, calificándola de «desaguisado» y alegando que no debió realizarse ya que «no hablamos de una nave abandonada y que el gris de sus paredes no es algo pobre, sino que en él se pueden descubrir formas y brillos que le conferían una gran personalidad». Ante esta controversia, el festival ha querido mostrar su postura en un comunicado firmado por su director, Juan Yuste, que dice lo siguiente: «Dadas las críticas que la intervención ha recibido por parte de un sector del ámbito de la arquitectura que solicita que se revoque las paredes y elimine la intervención pictórica, desde Cultura Inquieta queremos hacer pública nuestra posición al respecto. En primer lugar queremos dejar claro que le debemos el mayor de los respetos tanto a los arquitectos que firmaron el proyecto (Sara González, Blanca Aleixandre, Fernando Sánchez-Mora, Leonardo Oro y Miguel Fisac) como al edifico municipal en sí. Y que con independencia de la muy respetable opinión que cada uno pueda tener sobre el resultado de la intervención artística, la misma se ha llevado a cabo amparada por la más absoluta legalidad. La obra del pabellón municipal polideportivo Alhóndiga de Getafe tiene una funcionalidad concreta: dar servicio a instalaciones deportivas. Es una construcción de dominio público, sin catalogación especial, destinada a la promoción del deporte y de la cultura y a satisfacer las necesidades que en cada momento tenga el propietario del mismo: el Ayuntamiento de Getafe, que ostenta también los derechos sobre la propiedad intelectual del edificio. En 2017, tratando de paliar las graves deficiencias del edificio municipal de uso público (en verano se llegaban a alcanzar temperaturas de hasta 47 grados y en invierno de 1 grado) que hacían imposible o muy peligrosa la práctica deportiva en muchos momentos, se ejecutaron diversas e importantes obras en él y que modificaron sustancialmente el proyecto original. Obras que pudo acometer el Ayuntamiento de Getafe por ser el propietario y que en su momento a nadie le parecieron criticables. En el caso que nos ocupa simplemente se han pintado dos de sus cuatro fachadas, no se han visto afectadas la volumetría, los espacios interiores, las distribuciones, la iluminación, los recorridos, el uso... es decir, nada de lo que conforma de verdad la arquitectura. Resulta triste que los mismos que pretenden defender al arquitecto y a la obra arquitectónica obvien el resto de parámetros y se centren en lo que denominan la destrucción de una textura y el brillo del hormigón... Nos entristece y enoja que en un comunicado emitido por el Consejo Superior de Arquitectos de España traten de invertir la carga de la prueba respecto a la responsabilidad de proteger las obras singulares. Encontramos retorcido que digan que no se investigó si el edificio presentaba un interés arquitectónico; eso debería ser obvio y objetivo: una declaración como bien de interés cultural, una catalogación, una plaquita en la puerta... Pero desde que el pabellón fue construido y entregado en 2004 al Ayuntamiento de Getafe, en ningún momento nadie inició ningún trámite con el objetivo de advertir sobre el particular valor del edificio, nadie ha movido un dedo en ese sentido. Si en 16 años nadie ha mostrado ningún interés, si no han catalogado el edificio al menos como BIC (Bien de interés cultural), les pedimos que por favor sean constructivos. Porque defender sin más la inviolabilidad de las obras arquitectónicas nos llevaría a un terreno muy difuso y pantanoso, que requeriría de una aclaración por parte del mismo Consejo Superior de Arquitectos: ¿Qué debemos considerar intocable? ¿Toda la obra de todos los arquitectos? ¿Toda la obra de algunos arquitectos? ¿Algunas obras de algunos arquitectos? En ese último caso, ¿Cuáles? ¿Quién lo decide? ¿Seguirán siendo intocables a nivel estético si no son capaces de satisfacer la función para la que fueron construidas? ¿Cuál es el valor «artístico» real de un edificio? ¿Por qué la obra de un arquitecto si está sujeta según esas voces a ese reconocimiento y la de, por ejemplo, un Ingeniero, no? ¿Es que con el título de arquitecto también te dan el de artista inviolable? La mayor parte de los arquitectos consideran que la arquitectura no es un arte individualista como pueden ser la pintura o la escultura, que no se deben a nada ni a nadie y pueden ser totalmente personales, sino que la arquitectura debe responder a las necesidades de los individuos y de las sociedades, y que esas necesidades son cambiantes, lícitas y soberanas. La obra de Boa Mistura responde a su tiempo, a una necesidad de color y alegría, de optimismo. Nos alegra saber que ahora, cuando los pacientes, trabajadores y visitantes del Hospital Universitario de Getafe miran por las ventanas, en vez de ver unos muros grises, pueden leer la palabra «Empatía» en alegres colores. Nos alegra saber que la recepción a la intervención artística de Boa Mistura por parte de la gran mayoría de los usuarios y trabajadores del Polideportivo ha sido extraordinaria. Y en eso nos apoyamos, en la necesidad de que la arquitectura rinda un servicio a la sociedad, sobre todo si es un edificio público».

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