Tienen la piel tersa, pero no sólo por la juventud, sino también a causa del frío. Es 31 de diciembre de 1992. Pedro Sánchez cuenta 20 primaveras, aunque ya está muy cerca de las 21. Posa para la cámara con su grupo de amigos del instituto Ramiro de Maeztu, en el que todos habían estudiado y la mayor parte jugado al baloncesto de cierto nivel. Justo un año después tienen una idea: serán ellos los que organicen una fiesta de Nochevieja, clandestina y con la que ganarán un buen dinero. El cotillón, en pleno barrio de Salamanca, carece de todo permiso, pero están seguros de que nada fallará. Osadía de juventud y cobertura paterna. El local, una gran tienda de electrodomésticos... Ver Más
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