viernes, 30 de octubre de 2020

San Francisco de Paula: Entrevías también necesita esperanza

De la República de Benín al barrio de Entrevías, distrito de Puente de Vallecas. Treinta y siete años predicando debajo de un árbol el primer anuncio y ahora toca hacerse cargo de la parroquia de San Francisco de Paula, calle de Ruidera, 9. Como la vida cristiana, un permanente nuevo comienzo. «Perdona el frío que hace», me dice Saturnino Pasero, que no ha perdido aún las formas de misionero de pro. En un despacho lleno de libros, papeles y un saxofón, y frío, mucho frío, a pesar del sol que se cuela por la ventada desde un claustro aún destartalado, Saturnino, el nuevo párroco, se sincera. «Acabamos de llegar. Llevamos un mes. Y no podemos encender la calefacción. No tenemos dinero. La colecta del pasado domingo fue de 53 euros. Es la realidad del barrio y de la parroquia. Y el dinero que tenemos hay que destinarlo a Cáritas», comenta. Un nuevo equipo de sacerdotes. Con Saturnino están Víctor, de Togo, y Raymond, de Costa de Marfil. Todos ellos miembros de una Sociedad de Vida Apostólica, la Sociedad de Misiones Africanas, que tiene como finalidad la siembra del Evangelio en el continente de la esperanza. Pero en Entrevías hay que trabajar duro por construir un mundo de esperanza. Hasta ahora la parroquia está regentada por los P. Mínimos, fundados por san Francisco de Paula. Tuvieron que irse y se aceptó la propuesta de los sacerdotes de la Sociedad de Misiones Africanas de hacerse cargo de una comunidad en las periferias. Modelo de presencia que funciona ya en Lyon, en Nantes, en Italia. «Ve, oír y abrir el corazón» es el «leit motiv» de los primeros días. Esta parroquia se fundó en 1963; el templo se construyó en 1973. El templo, de notable amplitud, y la sencillez de lo que lo ornamenta acusan el deterioro del paso del tiempo. Materiales sencillos, poco más que una iglesia de misiones quizá también africanas. «El gran reto que tenemos, cuando llegue el día de la normalidad, es hacer que esta comunidad sea el hogar en el que cada uno se encuentre. Un lugar donde quepan todos. Unidad no es uniformidad, cada uno con su modo y forma de ser», apunta Saturnino: «Sueño con el día en que podamos organizar festivales culturales en los que se encuentren las personas que viven en el barrio. Cada una desde su procedencia, su singularidad, incluso los de etnia gitana, que no son pocos en la zona». Los sacerdotes de la parroquia caminan por las calles del barrio saludando a la gente. Han localizado los lugares de encuentro de las comunidades de personas procedentes de África. Incluso han compartido con ellos varias comidas. Muy bien acogidos, la integración es fácil. «Llegamos –comenta el párroco- y ya nos hablaban en francés y en las lenguas de sus países de origen». Saturnino insiste en que «lo que me ha enseñado la misión en África es a no tener prisa, a esperar lo que sea necesario». Se incorpora a la conversación Víctor, que está encargado de Cáritas. Lo primero que hace es resaltar la ayuda de las religiosas Esclavas del Sagrado Corazón, que tienen una comunidad en el territorio parroquial y que colaboran estrechamente en varias tareas. «Con esta pandemia hay muchas familias que viven al día. La mayoría trabajaba en bares y servicios y han perdido el trabajo y no tienen qué comer. Incluso ahora, con el comienzo del curso, no tienen para pagar el material a sus hijos. Nosotros les ayudamos con lo que tenemos y con lo que no tenemos. Los alimentos proceden del Banco de Alimentos y de la FED, aunque esta ayuda lleva mucha burocracia. Estamos intentando ponernos en la línea de trabajo de la Cáritas de vicaría. Pero las necesidades nos superan», concluye Víctor. En la parroquia ha comenzado ya la catequesis. Hay un grupo de personas mayores muy activas. Pero la pandemia las mantiene en casa. «Mis hijos me han dicho que no salga, que no vaya a misa…», una cantinela que repiten en todas las parroquias. Antes había incluso baile en los salones para las personas mayores una vez a la semana. «Habrá que esperar», dice Saturnino. Paciencia misionera no le falta.

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