La denuncia de Fiscalía contra el Barcelona por los pagos a Negreira contiene afirmaciones como qué la finalidad era condicionar a los árbitros, según «un acuerdo verbal estrictamente confidencial » cuya lógica parece aplastante, pero podría tener un alcance más amplio. Está por ver si las pruebas de este acuerdo verbal existen y pueden efectivamente sustentar las acusaciones. Está por ver, también, de qué manera se ejercía en estas presiones y cómo puede demostrarse. Sin embargo, hay algo más abstracto, más profundo y más incuestionable, que es la afinidad que los distintos presidentes del Barcelona, sobre todo, Gaspart y Laporta, tuvieron con el entonces presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar. Cuando en tiempos ya prescritoe, el presidente del Real, Madrid, Florentino Pérez, hablaba del Villarato, sabía perfectamente lo que decía. El Barcelona, en su afán, por ayudar a Villar a controlar el fútbol español, estuvo dispuesto actuar de todas las maneras que el expresidente de la Federación le sugirió. De hecho los pagos a Negreira se realizan, a partir de 2014, a través del hombre fuerte de Villar en Cataluña. Fiscalía ha tenido que cerrar precipitadamente su investigación al haberse judicializado el caso, y aunque su relato es razonable, no está claro que se pueda basar en evidencias necesarias para lograr una condena en los términos en que la denuncia se presenta. La mera existencia de los pagos pasta para denunciar y censurar al Barcelona, pero falta acreditar cuál era la última finalidad de este dinero. Tal como el alcance de estas transferencias podría ser más amplio que el del mero estamento arbitral, que se hayan dado ahora a conocer no es casualidad y coincide con un momento de guerra todavía fría -pero no por mucho tiempo- en el mundo del fútbol europeo. El presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, ha advertido de que el Barcelona puede ser apartado temporalmente de las competiciones europeas si se demuestran las acusaciones. No hay ningún frente tranquilo. El tribunal de justicia europeo tiene que decidir en breve si la UEFA es un monopolio y el mundo del fútbol podría cambiar por completo. Todos disparan contra todos. Justo ahora, a Gerard Piqué le piden los papeles del contrato con Arabia Saudí para la Supercopa. Justo ahora. Del mismo modo que justo ahora sale el caso Negreira. Como en una película de zombies, ya no se sabe quién está vivo, quién está muerto, y quién será el próximo cadáver: pero lo cierto es que hay sed de sangre, mucha mala leche, y muchas balas dispara dos al aire que podrían matarte, aunque no sean para ti. Se le multiplican los frentes a Laporta, que se cree más listo que los demás y que siempre va a salvarse, justo lo contrario de lo que la realidad está a punto de demostrarle; Rubiales parece más tranquilo de lo que duerne y Tebas tiene una Liga devaluada, pobre, con muchos más escándalos que éxitos. El modelo del PSG naufraga y Ceferin no es ajeno a ello, porque Nasser Al-Khelaïfi es su principal cómplice y ha liado. Hay caos, pero no deja de estar un poco organizado. Las cosas van a empeorar, y mucho, antes de que por fin mejoren.
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