Hace menos de un año, Vinicius Junior (Río de Janeiro, 2000) era un chico atormentado. Las redes se cebaban con sus fallos en el mano a mano, con sus regates al aire, con su predilección a elegir la peor decisión posible. Tenía 20 años, un futuro aún brillante por dalante, pero solo había firmado seis goles y siete asistencias en casi 50 partidos en la temporada; su futuro en el Bernabéu parecía nublarse. Sin embargo, llegó el estío y con él, Carlo Ancelotti. El veterano técnico italiano, tras un inicio de Liga donde sorprendió saliendo desde el banquillo, le entregó al joven extremo las llaves de la banda izquierda. Y Vinicius, un abonado incesante a la prueba y error, respondió con 14 goles y nueve asistencias entre Liga, Champions y Supercopa en la primera vuelta. Con un Vinicius feliz y persistente, un ciclón de ocasiones, de regates y carreras imposibles y, sobre todo, goles y asistencias, encandilaron a una afición que poco a poco, con desgana en su inicio y con locura pasional en su ocaso, fue enganchandose al Madrid de Ancelotti. Además, la mejor noticia era que el fútbol de Vinicius, ese mismo que en temporadas pasadas parecía desesperar a Benzema, maridaba a la perfección con la versión pletórica del delantero galo. El Real Madrid sonreía, se paseaba por la Liga con suficiencia y cabalgaba por Europa sin presión ninguna de la mano de su novedosa y extraña pareja. Vino la primavera, las remontadas inverosímiles en el Bernabéu se sucedieron como un vendaval y el equipo, pase lo que pase en París y a semejanza del último Madrid de Capello, estará en el imaginario de su afición para siempre. Lo vivido lo merece. Asimismo, en estos meses de locura, Vinicius ha sido un actor principal. Aunque sus números ya sí lo avalan (21 goles y 20 asistencias en el global de competiciones), es su insistencia en el regate y su capacidad de aglomerar defensores lo que le convierte en temible. Es un creador de caos e incertidumbre en el fútbol más uniforme que jamás existió. La extraña pareja En la antepenúltima jornada liguera, al compás de su equipo, Vinicius dio una exhibición donde hizo una asistencia y tres goles. Recibió un pase de gol de Benzema y, recíprocamente, le sirvió un tanto al francés. Juntos forman la segunda dupla más prolífera de las cinco grandes Ligas (entre Liga y Champions) con 62 goles en común; dos menos que la formada por Lewandowski y Gnabry en el Bayern, pero ya conocen las bondades de la Bundesliga. Por otra parte, el joven extremo también domina apartados estadísticos en solitario. Sin ir más lejos, Vinicius es el jugador que más regates exitosos ha hecho en la Liga (96, 26 más que el segundo clasificado, Carrasco). También es el futbolista con más caños en la comptición con 14, uno más que Muniain. Pero en la comparación que más destaca el atacante es entre sus homólogos, los mejores jugadores sub-21 del panorama europeo. El extremo del Real Madrid, entre goles y asistencias en Liga y Champions, suma un total de 41 goles generados; por encima de los 36 de Haaland , los 31 de Adeyemi o los 24 de Foden. Ante el Liverpool, en la final de la Liga de Campeones en París el próximo 28 de mayo, el carioca tiene la oportunidad de completar su obra en su mejor temporada de blanco. Los de Klopp lo conocen bien: ya sufrieron su velocidad en los cuartos de final del curso pasado, donde fueron eliminados con un tanto de Vinicius en Valdebebas, en lo que quizá fuera su redención con el gol. Sea como fuere, llegue al club blanco Mbappé o no, el Bernabéu poseé a uno de los jugadores más desiquilibrantes del planeta en su banda izquierda, un diamante en proceso de pulición con una edad irrisoria capaz de levantar al madridismo del sofá. Y eso son palabras mayores.
De Deportes https://ift.tt/DiklQuy
0 comentarios:
Publicar un comentario