domingo, 22 de mayo de 2022

¿Dónde está Lester Lescay?: el atletismo cubano se desangra

Alberto Juantorena siempre decía lo mismo: «Ellos decidieron irse. Es un problema de ellos». La falta de libertad en Cuba sigue desangrando su selección de atletismo, convertida en una descomunal fábrica de talentos que destruye lo que crea, un saturno que devora a sus propios hijos apenan destacan en la competición internacional. España y Portugal son las dos naciones que más se están beneficiando del éxodo de los atletas de élite de la isla, de esa noticia que se perpetúa ya durante décadas y siempre culmina con la misma frase: en tal o cual viaje a una competición en el extranjero, «el atleta X abandonó la delegación cubana». Lester Lescay es el último talento que ha decidido afincarse en España. Un caso enigmático. Lescay, un atleta con un potencial tremendo, de sólo 20 años y ya acreditado con 8,28 metros en salto de longitud. Abandonó el equipo cubano a comienzos de marzo después de una competición en Belgrado y no se ha vuelto a saber más de él. En medios atléticos se comenta que Lester Lescay, original de Santiago de Cuba, anda por España. Se dice también que no tardará mucho en conseguir la nacionalidad aunque quizá no con la misma rapidez que el triplista Jordán Díaz. Lescay ha sido visto en Castellón, se inscribió en el mitin internacional de Ibiza del pasado 7 de mayo, pero después desapareció misteriosamente de las listas de atletas participantes. Es toda una metáfora, un símbolo de este creciente éxodo de talentos cubanos: abandonan la selección cubana, se hacen invisibles durante un tiempo, vuelven a competir y finalmente alcanzan la nueva nacionalidad. La realidad es que Lester Lescay no ha debutado aún en la temporada de 2022, la que en atletismo recibe el nombre de aire libre en contraposición a la pista cubierta, que se celebra en invierno. El joven talento santiagués no parece tener prisa. Su nacionalización tampoco es urgente ya que no podrá competir en los Juegos de París 24 por haber competido en los de Tokio el año pasado y ser necesarios más de tres años para cambiar de selección. Lescay deberá esperar hasta 2025, en los Mundiales de los que se rumorea podrían tener lugar en Kenia. Las nacionalizaciones de atletas cubanos han pasado a estar mucho más organizadas y planificadas que en el pasado. Antes requerían mucho tiempo, como en los casos de Méliz, Lino u Ortega, algunos de ellos casados, con hijos, y que tuvieron que esperar años para poder vestir la camiseta nacional española. Actualmente se trata de procesos muy bien diseñados, con contratos de por medio, con la intervención de agentes, empresas de material deportivo y contactos al más alto nivel político-deportivo. «No sé si estos procedimientos son los más correctos -afirma el prestigioso entrenador de saltos Juan Carlos Álvarez-, pero lo que tengo claro es que esto va a ir a más porque estamos asistiendo a otra dinámica y hay muchos campeonatos internacionales fuera de Cuba». Todo indica que Lescay no va a ser el último. Jordán Díaz ha sido el caso más reciente y de mayor envergadura. Ya nacionalizado español, se está convirtiendo en el gran rumor del atletismo mundial. Se trata de un triplista llamado a asustar al récord mundial, los intocables 18,29 metros del inglés Jonathan Edwards que van camino de cumplir tres décadas. Díaz saltó 17,49 a los 18 años y es uno de esos atletas que el atletismo espera con tranquilidad, con la certeza de que un día logrará algo inmenso, que no sorprenderá a nadie. Se entrena a las órdenes de Iván Pedroso, otro gran nombre de la historia de los saltos. Pedroso, habanero, es el hombre que dirige la carrera de Rojas y Peleteiro, medallistas en los últimos Juegos Olímpicos. Guadalajara se ha convertido en una extensión de la Cuba atlética, el exilio natural alcarreño de los saltadores caribeños. En el atletismo español, no todos ven estas nacionalizaciones exprés con buenos ojos. Antonio Corgos, un hombre que no necesita presentación porque saltó 8,23 metros hace más de 40 años, señala: «Desde un punto de vista humanitario está claro que los atletas cubanos tienen derecho a ganarse la vida. A eso no me opongo. Ahora bien, a nivel deportivo esto habría que normalizarlo mejor, hacerlo todo más progresivo. Lo que está sucediendo es un exceso». Se refiere especialmente al caso de Jordán: «Es que llegó, y de repente, ya tenía el récord de España y se llevó una medalla en un campeonato nacional… No sé si aportan mucho, porque a veces están aislados, en grupos ajenos a la estructura de la Federación Española. Yo creo que habría que exigir más tiempo de permanencia aquí. Nacionalizarse tan rápido y en unos días tener el récord de España…¿qué sentido tiene eso? No creo que le hiciera mucha gracia al que tenía el récord», señala Corgos, quien añade que «el impacto en los atletas españoles puede ser duro, a veces puede implicar que pierdas una plaza en la selección». Carlota Castrejana, campeona europea de triple salto, es menos crítica con estas nacionalizaciones, quizá porque ha tenido como compañeros de entrenamiento a grandes saltadores cubanos como Joan Lino o Luis Méliz. «A mi me han aportado mucho los cubanos, no sólo a nivel técnico sino también en el plano personal, humano: aprendí mucho de ellos -destaca Carlota, a su vez exvicepresidenta de la Federación Española- y pienso que han enriquecido la vida diaria de muchos atletas como yo». Niurka Montalvo, también de origen cubano y campeona mundial en 1999, fue una gran fuente de consejos para Castrejana. «Niurka me enseñó muchísimo, en general el estilo cubano ha sido muy valioso para mi. Son cordiales, muy generosos, creo que ha habido un gran intercambio de conocimientos por ambas partes, en los dos sentidos: cubano-español y español-cubano», concluye Carlota, abogada y actualmente en proceso de cambios en su carrera profesional. Ramón Cid, seleccionador nacional hasta 2018, tiene una visión intermedia. «Veo una parte positiva y una negativa en esto de los cubanos. Lo primero es la parte humana, cada uno busca su futuro, su patera, 'con mis marcas atléticas, si puedo, me gano la vida' piensan ellos, con toda legitimidad. Ojo, que dejan allí su familia, lo dejan todo. Eso es muy respetable, porque los cubanos son muy cubanos, muy de su música, su barrio y su silla en la puerta de casa. No es fácil dejar todo aquello». Cid añade que a los deportistas nacidos en España esta llegada de talentos cubanos puede afectarlos. «Hombre, te traen al mejor del mundo, como si fuera un paracaidista que cae aquí de golpe. ¡Menuda gracia tiene que hacerte si eres el campeón de España! Esto te puede quitar la posibilidad de ser olímpico… No sé, la nacionalización de Jordán fue muy rápida, se aceleró mucho de forma exagerada. Pero, claro, esto da más medallas a España. ¿Cómo verlo? ¿Es un estímulo? ¿es un bloqueo? No lo sé muy bien, no sé dónde poner el fiel de la balanza», remata Ramón, actual entrenador de María Vicente. Portugal se ha beneficiado también del anhelo de los atletas cubanos por una vida mejor, con más libertad y bienestar futuro. El oro olímpico del pasado verano conseguido por Pedro Pichardo (un atleta de 18,08 en triple) también ha tenido su polémica porque Pichardo es una isla dentro del atletismo portugués. El vallista Iribarne, la velocista Gandulla, … atletas que dan brillo al país vecino pero que proceden de la inagotable mina de talentos cubana y su excelente escuela técnica. En España, Lester Lescay es el último caso, un caso que flota aún en la nube del enigma, en los meses previos a su nacionalización. Lescay competirá sin equipo nacional durante un tiempo, pero con el sueño de alcanzar medallas futuras y quizá con los 8,56 metros, el récord de España de Yago Lamela, en el punto de mira.

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