A las 11.30 de la mañana, la silla del compareciente estaba vacía. El presidente de la comisión de investigación, Santiago Saura, llamó a los que echaban en falta a la mesa que ha intentado en las últimas semanas esclarecer el presunto espionaje a Isabel Díaz Ayuso: el exdirector de comunicación de la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS), David Fernández, el exjefe de prensa del alcalde, Joaquín Vidal, y el que fuera mano derecha de José Luis Martínez-Almeida, Ángel Carromero. «Ruego a los servicios del pleno que comprueben si están presentes en esta sala, en el edificio, para comparecer», pidió el presidente, de Ciudadanos, lo que generó risas en la sala. Pero ninguno de los citados apareció. Diez sesiones, 19 comparecientes de una larga lista de 45 citados y ninguna respuesta. Es la sinopsis de la comisión de investigación que arrancó el pasado 28 de marzo, con el visto bueno de todos los grupos municipales, y culminó este lunes como empezó: con ausencias clave —el primer día fallaron Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso— y sin arrojar luz sobre la trama detectivesca que dinamitó la cúpula del PP. El invitado estrella de este lunes era Ángel Carromero, la primera cabeza que rodó al destaparse el escándalo. «Estamos tristes, eh, sin Carromero», ironizaba al mediodía la portavoz socialista, Mar Espinar. Y tanto. Unas horas más tarde, la concejal afeaba al alcalde que el ayuntamiento «se encuentra sumido en la mayor crisis institucional de la última década». José Luis Martínez-Almeida, compareciente número 19, fue puntual, abrió un cuaderno de notas, ajustó el pie del micrófono, se sirvió un vaso de agua y renunció, tranquilo, a su intervención inicial. Negó los hechos denunciados por la propia Isabel Díaz Ayuso el pasado febrero. «No» se ha espiado con medios públicos a la presidenta o a su entorno; «no» hay caso de espionaje. «¿Por qué dimite Carromero?», preguntó el edil del Grupo Mixto, José Manuel Calvo. «Lo he explicado varias veces en público», empezó el regidor, «a raíz de una serie de informaciones que aparecieron la tarde del jueves [17 de febrero]. Me negó que tuviese cualquier implicación y convinimos en una cuestión, que el ayuntamiento no podía estar en los titulares». La siguiente pregunta de Calvo cambió el talante de Almeida. «¿Por qué no restituye a Carromero?». «¿Tan desesperados están ustedes? ¿De verdad va a centrar la comparecencia en eso? ¿Es lo único que tiene después de dos meses de investigación?», replicó el alcalde, que rescató su talante jocoso para esquivar ciertas preguntas, extender las respuestas y hablar encima de sus interrogadores. «Señor Almeida, no nos haga un [Borja] Carabante, conteste a las preguntas», insistió Calvo; el delegado de Medio Ambiente y Movilidad utilizó el pasado viernes la misma técnica para agotar el reloj. «En todo caso, Carabante hace un Almeida», bromeó el alcalde. La coordinadora de Alcaldía, Matilde García Duarte, en la comisión - ISABEL PERMUY Unas pesquisas secretas El relato contado a lo largo de diez jornadas empieza a mediados de diciembre, cuando el alcalde se entera del presunto espionaje en el seno de la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS) por «una persona de entera confianza» de Ayuso y del propio Almeida. El regidor avisa a su círculo más cercano, el concejal Borja Carabante y la portavoz municipal y delegada de Seguridad y Emergencias, Inmaculada Sanz. Aunque Almeida dijo este lunes que no le pidió a Carabante hacer «nada», el edil había asegurado tres días antes que el alcalde le mandó a una reunión con el presidente de la EMVS, Álvaro González. Contradicciones aparte, el encuentro se produjo en enero y desencadenó lo que Almeida presentó desde el principio como una «investigación interna», unas pesquisas (en secreto) para intentar dar con la presunta contratación de un detective privado, Julio Gutiez. El investigador, llamado a declarar, tampoco se presentó. Hasta ahí, la única pista resuelta del embrollo: los distintos cargos municipales que han pasado por la comisión han aseverado que nunca se contrataron tales servicios desde la EMVS. El 17 de febrero la noticia salta a los medios de comunicación y se cobra su primera víctima, Ángel Carromero, a quien siguió el director de comunicación de la EMVS, David Fernández. La primera dimisión desató las sospechas, pues fue un asesor de Almeida quien redactó la carta y la rubricó con una firma escaneada. «La dimisión se transmitió con carácter verbal, escrito y funcional», zanjó este lunes la coordinadora de Alcaldía y una de las mujeres que susurra al oído del regidor, Matilde García Duarte , «todo fue perfectamente legal». Ni ella, ni el jefe de prensa del alcalde, Daniel Bardavío, tenían relación con Carromero, a pesar de compartir el mismo departamento. Ni ella ni Bardavío, según contaron en la última sesión, supieron nada del rumor, ni de los detalles de la salida de Carromero. Algunos concejales de la mesa no daban crédito. «La alcaldía funciona como compartimentos estancos, nadie sabía nada», criticó el edil del Grupo Mixto Luis Cueto, «o esta alcaldía nos toma por tontos, o los tontos son ellos». Sin su exmano derecha a la mesa para contar su versión, Almeida despachó a la oposición con una sonrisa: «Si quieren segunda ronda [de comparecencia], hacemos segunda ronda».
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lunes, 9 de mayo de 2022
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» La ausencia de Carromero y de otros 26 citados deja la comisión sobre el espionaje a Ayuso sin respuestas
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