Desde hace unos años, ya sea en el pabellón más reluciente o en la cancha más cochambrosa del barrio más periférico, es habitual ver a los jóvenes jugadores intentar coreografías ilógicas con el balón y tiros imposibles desde más allá de los 6,75 metros mientras los veteranos, amarrados al baloncesto de otra época, buscan la seguridad del tablero y las distancias cortas. Los ídolos marcan las pautas y si muchos se criaron con la fortaleza interior de jugadores como Kareem Abdul-Jabbar, Moses Malone o David Robinson, una nueva generación ha sido absolutamente influenciada por las diabluras de un nombre que ya es leyenda viva de la NBA. Stephen Curry (Ohio, 1988) necesitaba tres aciertos anoche (ante los Knicks y en... Ver Más
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