
Pere Aragonès llegó a la Generalitat con la única fórmula que ha conocido el gobierno catalán desde la aceleración del ‘procés’: una coalición ERC-Junts apuntalada (y condicionada) desde el Parlament por la CUP. Sin embargo, poco a poco parece menos probable que el ‘president’ acabe el mandato de la mano de esta misma ecuación. Sin un horizonte de confrontación con el Estado, el soberanismo, mínimo común denominador de los tres partidos de la investidura, se antoja insuficiente para mantener la alianza durante mucho tiempo. Para este bloque con evidentes signos de desgaste, los presupuestos autonómicos de 2022 serán la primera prueba de fuego. En el PSC lo saben y esperan aprovechar el asunto para abrir grietas entre unos socios mal...
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