lunes, 20 de septiembre de 2021

La 'isla bonita', abrasada: «Te dicen 'son solo cosas materiales, pero que se lo digan a quien lo pierde todo'»

El volcán de La Palma avanza hacia el mar, en un espectáculo fascinante a la vez que aterrador que mantiene a los vecinos en vilo. La colada de lava fluye a aproximadamente un kilómetro por hora hacia la zona de La Bombilla, donde encontrará su enlace con el mar. La isla crecerá por primera vez en 50 años, un proceso natural de las islas volcánicas y aterrador a su paso, con cientos de casas que han quedado enterradas bajo seis metros de lengua de lava. Ya son más de 5.500 los vecinos que están evacuados, esperando en unas horas que se tornan interminables para quienes rezan por sus casas, sus fincas, sus cultivos y sus animales. Más de 300 negocios agrarios han quedado sepultados bajo el magma, el trabajo de toda una vida de muchos, las ilusiones de otros, en un espectáculo histórico y emocionante que ha logrado clavar los ojos de medio mundo en Cumbre Vieja, al sur de la isla. El control lo efectúan un total de 472 efectivos, entre Policía Nacional, Guardia Civil y la Unidad Militar de Emergencias (UME), además de miembros de Protección Civil, Policía Local, personal propio de los ayuntamientos afectados y Cruz Roja. La lluvia de cenizas cubre el asfalto de las principales vías de El Paso, y los Llanos de Aridane donde arrasa todo a su paso, con tres lenguas de magma y 20.000 toneladas de azufre. Entre la lluvia de ceniza, el aire irrespirable y las casas calcinadas, la colada sigue avanzando, mientras los pájaros de la zona ese comportan de forma extraña. Al rugido constante del volcán se suma a los desprendimientos de la misma lengua de lava, que cae desde su parte alta rompiéndose en pura incandescencia. La lava se ha adueñado de todo hasta Tacande, donde vive Mila Burbidge. Ella no quería marcharse de su casa, allí tienen su hogar y su terreno. Ella y su marido son alemanes pero hace años que viven en La Palma, una isla que adoran. Está «muy nerviosa» como ella misma confiesa, y es que no le dejan regresar a casa, no tiene segunda residencia y lleva con ella un perro chihuahua que no sabe si le aceptarán en el albergue de emergencia habilitado en El Fuerte, donde se ha centralizado la evacuación. Su marido está evacuado también, pero sin transportín no podía reunirse con él junto a su mascota. «No me esperaba esto», dice con los ojos llorosos, «primero el coronavirus y ahora esto»… Se lleva las manos a la cabeza, no ha comido pero tampoco tiene hambre, tiene el estómago encogido por los nervios. Mila quiere quedarse cerca de El Paso, lo más cerca posible, y aunque se los suplica a quienes la atienden en el campo de fútbol del municipio, ella misma sabe que no es seguro. «Mi vecino me dijo esta mañana que su casa y la nuestra no tienen daños», aunque la lava ha pasado muy cerca. «Todo va a salir bien», le dice uno de los voluntarios del Ayuntamiento, y sonríe, aunque en su mirada se nota que está a punto de romper en llanto. «Temblaba todo» Los expertos del Instituto Volcanológico de Canarias, Involcán, aseguran que la energía liberada por las nueve bocas de este nuevo volcán de la 'isla bonita' tuvo un repunte muy alto en la hora de la erupción, a las 15.10 del, domingo, pero desde ese momento ha ido bajando, dando una tregua a los temblores. José Luis Pérez, de Las Manchas, es uno de los trabajadores del Ayuntamiento de El Paso que está ayudando a los vecinos y recuerda los temblores del volcán de Teneguía en 1971, cuando él tenía 12 años. «Temblaba todo, hasta que explotó, potente», pero en aquella ocasión «la lava fue más benévola» y «llegó al mar cuando tenía que llegar, pero sin destruirlo todo como este». Hay familias que han perdido no solo su casa, sino la de su hermano, su madre, su tío… «toda la familia». Este está siendo «muy destructivo» acabando con todo lo que encuentra a su paso, «sí, son cosas materiales que solo son eso, pero eso que se lo digan a quien lo pierde todo». La noche del domingo fue dura y tras ella y apenas sin dormir «me eché a llorar, de los nervios o de la incertidumbre o del cansancio, que sé yo», pero «me rompí», confiesa. Ese es el caso de los pescadores de Tazacorte, a los que la lava se ha comido sus casas y cuyos barcos tendrán que ir a faenar a kilómetros cuando el magma toque el mar, con una nube tóxica que lo hará impracticable durante meses. Se reúnen en el puerto, y charlan sobre el tema, entre risas y preocupación. Sin embargo ahora el puerto de Tazacorte se ha llenado de espectadores, cargados con sus neveras, trípodes y cámaras esperan a la noche para ver cómo la lava se reencuentra con el mar. Esperan que con la oscuridad puedan ver cómo avanza este gigante, y ya han preparado una gran velada a la espera de este espectacular e impactante fenómeno de la naturaleza. Cielo color rosa al atardecer y luna llena. La espera puede ser larga pero emocionante para ver a la Isla bonita crecer medio siglo después.

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