
Ya nadie se acuerda, o no quiere acordarse, de la Diada. Quienes no se acuerdan huyeron de la Barcelona ocupada por la comarca. Quienes prefieren no acordarse cotejan guarismos patéticos: de casi dos millones a poco más cien mil manifestantes. Disturbios ante la comisaría de Vía Layetana. Los vándalos y su orgiástica humareda cuentan con fans en el establishment: la vicerrectora de la UPC, Núria Pla, tuiteaba sus «ganas de fuego, de contenedores quemados y de aeropuerto colapsado». En la Alemania años veinte la maléfica conexión entre las clases acomodadas y las bestias pardas se calificó de «caligarismo», como la memorable película de Robert Wiene: el doctor Caligari dirige a distancia los crímenes del médium Césare. La Diada fracasada provoca...
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