Luis Enrique sacó a Fati y Traoré y con ellos, después de años de endogámico tiquitaca y de la lividez de Iniesta, nos llega, por fin, un poquito de pigmentación. Fati enseña intuición, mientras que Adama es, sobre todo, velocidad. Para entenderla, al no ser de ciencias como los expertos de Sánchez, nos tenemos que ir a Woody Allen, que definía la comedia como tragedia más tiempo. Aislándolo, el tiempo sería comedia menos drama. ¿Qué puede ser eso? La risa depurada de dramatismo y tremebundez. Un saldo bienhumorado que da la experiencia, leve inclinación a la alegría. Quizás la clásica virtud de la eutrapelia, ese moderado estar contento. Si nos la llevamos a la definición de velocidad (espacio partido por tiempo), la velocidad sería la relación entre el espacio (la banda) y la eutrapelia, todas las veces que Adama Traoré nos entonó el humor con su superación del defensa, el ucraniano Sobol, que las pasó canutas. Decía Cruyff que al extremo derecho le bastaba con escuchar lo que el entrenador tenía que contar del lateral izquierdo, pero Adama pronto cargó con otro defensa adicional, del que también se marchaba como dejándolo atrás, apartándolo de sí como a un lastre. A Adama le van a llamar extremo shakesperiano por lo de «Mucho ruido y pocas nueces», porque cuando centra siempre encuentra la cabeza ausente del delantero, un «9» que acude a rematar como «Sleepy Hollow»; pero Adama se mueve, recibe, se marcha, fija al equipo como una chincheta en la banda y en el baile de parejas del partido se queda con su defensa y el de un compañero. Sobre todas las cosas, Adama imprime, imprime velocidad, que es el extraño verbo que se ha generalizado en el fútbol y que el extremo comparte con un Banco Central impresor de billetes. Constante su velocidad (la de Adama lo es), toda «impresión» subirá los precios, nos llevará quizás a una inflación de expectativas ofensivas que puede parecer mera ilusión, pero que necesitamos. Luis Enrique ya ha conseguido dos tipos de velocidad: la de la presión y la de Adama, pero el extremo necesita un juez de línea que le proteja y un delantero que le dé sentido. Adama es demasiado rápido para ambos.
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martes, 13 de octubre de 2020
Una velocidad necesaria
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