De paseo en paseo, casi sin inmutarse, Rafael Nadal aterriza intacto en la segunda semana de este peculiar Roland Garros, que ya es mucho dadas las circunstancias y las agoreras previas que dibujaban un escenario parecido al infierno, obviando que, a fin de cuentas, esto sigue siendo tenis y que en tierra batida no hay nadie tan fiero como el balear más allá del frío, las pelotas nuevas o el novedoso techo retráctil de la Philippe Chatrier. En tiempo de castañas y bufanda, Nadal ha entendido las exigencias de este otoño parisino y hasta se podría decir que su adaptación ha sido estupenda, aunque tampoco sirve de mucho lo visto hasta el momento porque no ha tenido rivales de entidad,... Ver Más
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