No es habitual ver llorar a un Rey . Por eso fueron tan impactantes las lágrimas que hace treinta años derramó Juan Carlos I, el Rey que trajo la democracia a España , ante el féretro de su padre. Lágrimas mil veces interpretadas y que bien podrían ser de agradecimiento y reconocimiento a un eslabón clave para la restauración de la Monarquía en España y, por extensión, para la llegada de la democracia. Don Juan de Borbón y Battenberg falleció el 1 de abril de 1993 a la edad de 79 años y, por decisión de su hijo, fue enterrado con honores de Rey en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial bajo el nombre de Juan III , con el que habría reinado. Nacido en 1913, Don Juan fue trascendental para que en noviembre de 1975 España se situara a la altura de los tiempos dentro de una Europa democrática. A él le habría gustado que fuera mucho antes y por ello pagó un enorme coste personal, familiar y reputacional. Comprar el argumentario que el franquismo construyó para desgastar su figura no solo es injusto, sino incompatible con una mirada distante de la política española de los años centrales del siglo pasado, del que el jefe de la Casa del Rey en el exilio entre 1941 y 1977 fue actor principal. Don Juan fue uno de los políticos más relevantes del siglo XX español, pero su reconocimiento como tal se enfrentó a una triple pinza: la del franquismo que lo censuró, porque representaba la alternativa más realista; la de la izquierda que lo ninguneó porque su liderazgo en el antifranquismo les ponía ante el espejo; y la del juancarlismo que lo opacó ante la necesidad de consolidar la democracia naciente. 1933 La II República. Los derechos dinásticos «Por renuncia de tus dos hermanos mayores, quedas tú como mi heredero. Cuento contigo para que cumplas con tu deber». Quinto hijo, tercero varón, de Alfonso XIII, Don Juan nunca pensó que debía prepararse para reinar . Por eso consagraría su vida a la mar. Y por eso se encontraba en Bombay enrolado en la Royal Navy cuando su padre decidió enviarle este telegrama para encomendarle tan alta misión. Tras unos días de vacilaciones, Don Juan dio un paso adelante: «Me comprometo a cumplir». Noticia Relacionada estandar Si La opinión más íntima de Franco sobre la Monarquía hispánica y los héroes españoles Manuel P. Villatoro En declaraciones a su primo 'Pacón', el dictador cargó contra reyes de la talla de Carlos IV o Fernando VII y alabó figuras como las del Cid Campeador Es junio de 1933. España es una República, Alfonso XIII un Rey en el exilio con una crisis familiar de primer orden y escasos recursos económicos y Don Juan un joven marinero que habla tres idiomas, pero que jamás imaginó ser Rey ni se había preparado para ello. El reto era formidable . Dos años después, en 1935, Don Juan abandona consciente y decididamente su formación como marino e inicia su preparación como hombre de Estado. La mar es sustituida por las aulas y las Indias orientales por Florencia, Lausana y Ginebra. Los mejores profesores le imparten cursos de Historia de España y Universal, de Derecho Político, Administrativo e Internacional, de Arte y de Ciencias Morales y Políticas. En octubre, el Gran Hotel de Roma acoge su boda con María de las Mercedes. El matrimonio se instala en el sur de Francia, donde Don Juan empieza a pensar y a actuar como un político. 1941 La dictadura de Franco. Jefe de la Casa del Rey Alfonso XIII muere en Roma en febrero de 1941, cuando hace casi diez años que se exilió y desengañado ante su entusiasmo inicial por la posibilidad de que una victoria de Franco en la Guerra Civil (1936-1939) abriera una puerta a la restauración monárquica: «La nueva España que hoy forjamos tiene poco en común con la liberal y constitucional en que reinasteis», le dijo el general que se sublevó contra la II República. Así, Don Juan descubre pronto que Franco no tiene intención de ceder el poder y que para reinar tendrá que convencerle o derrotarlo. Pero él, como su padre, no quiere que «se vierta una gota de sangre» y eso es, además de un principio, una debilidad. La correspondencia privada entre ambos en esos primeros años 40 es esclarecedora. Formalmente exquisita, diplomática, elegante; en el fondo, frontal y rupturista. Los monárquicos, con el general Kindelán a la cabeza, piden a Franco que proclame la Monarquía y asuma una breve regencia, pero Franco exige a Don Juan que se identifique con la Falange para instaurar una Monarquía «totalitaria» inspirada en los Reyes Católicos. Don Juan responde contundente: «Estoy seguro de que la Monarquía será restaurada. Lo será cuando lo exija el interés de España, no antes ni una hora después del momento oportuno». O ser el Rey de todos los españoles o nada. Con honores de Rey Funeral con honores de Rey en el Monasterio de San Lorenzo del Escorial como Juan III, con el que habría reinado. Don Juan Carlos no pudo contener las lágrimas, que los españoles vieron por televisión el 3 de abril de 1993 ABC Agotada la vía privada, Don Juan da paso a entrevistas en medios internacionales y a manifiestos públicos en los que apuesta firmemente por una España monárquica, democrática y europea: «El Rey de todos los españoles definitivamente reconciliados». Es entonces cuando Franco, cada vez más cómodo en la Jefatura del Estado, pone en marcha una operación de espionaje oficial a los monárquicos . El dictador teje una red para que ningún movimiento de los partidarios del hijo de Alfonso XIII pase inadvertido a sus oídos. Son los «boletines de actividades monárquicas», que recibe cada pocos días y que subraya con un boli de dos colores: rojo para las amenazas, azul para las oportunidades. 1948 Don Juan contra Franco. El año clave Enfrentado públicamente con Franco, Don Juan decide dar un paso adelante. Se instala en Estoril, crea su consejo privado y lanza dos operaciones políticas de la máxima magnitud para derrocar a Franco. Una la lidera José María Gil Robles , el principal líder conservador español en la República; la otra Pedro Sainz Rodríguez, exministro de Franco. Gil Robles se ocupa de atraer a todas las fuerzas políticas excepto a los comunistas -y a los falangistas, claro- a un gran acuerdo por la democracia. Aquello fue una operación política que alcanzó su cénit en agosto de 1948 en la localidad francesa de San Juan de Luz: nueve años después de la Guerra Civil, Gil Robles e Indalecio Prieto, viejos conocidos, firman un documento de ocho puntos que establecían una España monárquica y democrática. Esto es el primer antecedente de la Transición española: si se hubiese hecho realidad, España habría formado parte de los países fundadores de lo que hoy es la Unión Europea. Don Juan mantuvo la llama de la dinastía borbónica, se inspiró en la Monarquía británica y luchó por una España para todos La otra jugada que puso en marcha Don Juan fue idea de Sainz Rodríguez: « A Franquito no se le despega de la butaca ni con agua caliente. Este cabroncete nos entierra a todos» . Ante la convicción de que Franco no entregaría el poder y la línea roja marcada por Don Juan de no provocar una nueva guerra, Sainz Rodríguez sugiere al conde de Barcerlona que envíe a su hijo a estudiar a España. Una decisión que trasciende lo político y supone un desgarro personal: entregar a tu hijo a tu peor enemigo y todo por España, los españoles y la Corona. Así, mientras Gil Robles firma el citado pacto con el líder del PSOE, Don Juan se reúne con Franco en el Azor frente a la costa de San Sebastián y acuerda que Don Juanito acuda a estudiar a España con sólo 11 años. Ese niño se convierte así en la principal opción para restaurar la Monarquía y, con ella, llevar a España a la ansiada democracia. Aunque para eso aún tendrían que transcurrir casi tres décadas. 1977 La Transición. Todo por España El 14 de mayo de 1977 , el Palacio de La Zarzuela acoge un acto familiar cuyo protagonista es el conde de Barcelona: «Creo llegado el momento de entregarle el legado histórico que heredé y, en consecuencia, ofrezco a mi Patria la renuncia de los derechos históricos de la Monarquía española, sus títulos, privilegios y la Jefatura de la Casa Real de España que recibí de mi padre, el Rey Alfonso XIII». Hace año y medio que su hijo ha sido proclamado Rey, pero para que la restauración sea completa hace falta un paso más: su renuncia . Con ese acto, Don Juan cumple el compromiso adquirido con su hijo poco después de la muerte de Franco: renunciar a sus derechos dinásticos y reconocer a Don Juan Carlos como Rey. Y así concluye la historia de Don Juan, que dedicó su vida a mantener viva la llama de la dinastía borbónica, que supo inspirarse en la Monarquía británica, que luchó por una España para todos los españoles y que, llegado el momento, supo renunciar a lo que fuera necesario para conseguir su objetivo: una España unida. Hijo de Rey, padre de Rey, nunca Rey.
De España https://ift.tt/oVK7nSH
0 comentarios:
Publicar un comentario