jueves, 6 de abril de 2023

Pepe Reina: «No tengo mucho que ganar en Twitter, está envenenado»

A sus 40 años y ocho meses, mañana va a cumplir su partido 992 como profesional. Lo hace como portero titular del Villarreal, el primer equipo en el que mostró su talento y carisma. Por el camino, ocho clubes más y una brillante carrera, dentro y fuera del verde. Pepe Reina (31 de agosto de 1982) es uno de los mejores porteros de la historia del fútbol español. En su cabeza ya maquina el trasvase de guardameta a entrenador, pero de momento se levanta cada día con más ilusión que fatiga. Mañana, liderará al Villarreal en su visita al Santiago Bernabéu . —Camino de los 41 con la misma sonrisa. ¿Cómo lo hace? —Me gusta mucho lo que hago, me cuido y alargo el chicle porque me siento bien. Si aún puedo ayudar un año más, mejor. Si son dos, aún mejor. Y si son tres, sería la hostia. Hasta que el Villarreal sienta que puedo ayudar. Este será mi último equipo. Ya me duelen muchas cosas por la mañana, pero dentro de mi cuerpo tengo alegría, ilusión y felicidad. Me siento un privilegiado. —Imagino que se cuida como nunca. —El metabolismo no es el que tenía con 25, que te comes una vaca rellena de pajaritos y estás fenómeno. Ahora no te lo puedes permitir. Pero, sobre todo, es la salud mental la que tira de uno. Yo hago horario de oficina. Siete horas en la ciudad deportiva entre crioterapia, hiperbárica, gimnasio, entrenamiento… O lo haces a estas edades o no llegas. —¿Sigue pensando como portero o ya lo hace como entrenador? —Me gusta analizar más cosas, voy más allá de lo que lo hacía hace diez años. Vas tomando pequeñas notas y te vas fijando en cosas que antes no lo hacías. Analizas el nivel del entrenamiento para saber qué se hace exactamente. Le doy una vuelta a todo. Nos hacemos mayores y pensamos ya como entrenador, pero me permito el lujo de hacerlo siendo todavía portero. —Usted ha sido siempre ejemplar, como titular y como suplente, algo poco habitual en su profesión. —El mérito de una relación positiva en un vestuario, o en el caso particular de los porteros, es que el que es el segundo o el tercero tiene que tener un crédito más. Es un puesto difícil. O juegas o no juegas, no hay término medio. Es asumir el rol cuando te toca hacerlo y ser agradecido cuando no tienes la suerte de jugar. Hay que ayudar al compañero y estar con él a muerte, como así han hecho siempre los que no han podido jugar porque jugaba yo. —¿Qué le enseñó su padre? —Más allá de lo deportivo, que son tiempos distintos y el análisis del rol de portero no debe ser el mismo, es más lo que me ha aportado en lo personal. Consejos de vida, de padre, de padre de familia, de mirar atrás en mi carrera y que me reconozcan como una persona de bien, humilde. Es más importante ser recordado por ser buena persona que por ser buen portero. Él siempre me lo dijo. Esta profesión es efímera. La gente no se acuerda de ti cuando llevas dos semanas retirado, pero los valores humanos son los que quedan y dejan huella, y por donde he pasado creo que he dejado las puertas abiertas. —¿Qué le enseña usted a sus hijos? —Yo hago lo mismo. La misma educación que mis padres me dieron, con algún matiz, porque los tiempos cambian. Si antes había que tirarles a los niños de las orejas para meterlos en casa, ahora hay que hacerlo para sacarlos a la calle. Con esos mismos valores de ser buena gente, ayudar a los demás, escuchar y respetar a los mayores. De poder mirar a la gente a la cara y que nadie pueda hablar mal de ti porque seas falso o mala persona. —Usted las ha tenido de todos los colores con políticos y gente famosa. ¿Vivimos en una sociedad que le encanta dar lecciones morales a los demás? —Vivimos en un momento de tensión porque hay muchos extremos. La gente se lo ha llevado a intereses creados. Hay libertad de opinión para algunas cosas, pero luego los mismos que defienden esa libertad de opinión no la quieren para otras cosas. He cometido errores, me he metido en charcos donde no debía haber entrado, pero ahora llevo cinco meses sin entrar en Twitter. Me lo gestiona mi agencia y creo que es lo mejor. Hay menos crispación en mi vida. No es hacer oídos sordos ni cerrar los ojos. Tampoco decir que aquí no pasa nada, porque estamos en una situación complicada, pero ya vendrá el mes de noviembre para tomar medidas. —¿Pasar de Twitter ha sido un consejo de su mujer o decisión propia? —Ha sido una decisión inteligente. Twitter está envenenado. Hay mucha gente que tiene odio, se esconde ahí y es muy fácil que lo haga. Prefiero evitarlo. No tengo mucho que ganar. Había un nivel de crispación hacia mi persona y no me quería ver en un rol que no me pertenece en absoluto. Yo no soy eso. La gente es libre de opinar y de expresarse, pero yo también soy libre de vivir más tranquilo. Ahora estoy en la gloria. —Elecciones municipales y autonómicas en mayo, y generales en noviembre. ¿Qué cree que sería lo mejor para este país? —Creo que es de muy fácil visión. Yo tengo una visión de la política y de los valores que comparto con una serie de personas y con otras no. Cada uno ejercerá su voto de manera libre, como debe ser, pero creo que es época de cambio en España. A mucho peor no podemos ir. —Como canterano culé que fue, ¿le duele el caso Negreira? —Cuando profundice el juez y saque todo lo que tenga que sacar de ese pozo, que decida. Yo comparto la opinión de Xavi. A mí ganar con trampas, y no digo que haya sido así, no me gustaría. No lo veo posible en el fútbol español y me parece una sorpresa, pero defiendo que se vaya hasta el final del asunto y que pague quien tenga que pagar. Si se demuestra, realmente es un tema muy grave. —¿Es el caso Negreira una extensión de lo normalizada que está la corrupción en España? —Es una muy buena pregunta. En España parece que una mentira tapa una mentira, y se llega a normalizar. Mi padre me decía muchas veces que había que llevarse muy bien con la prensa, porque el poder fáctico pone y quita gobiernos y pone y quita entrenadores, y que yo debería regalar jamones. Yo nunca he accedido a eso. Soy una persona de valores, de convicciones y no me ha hecho nunca falta, pero es verdad que, controlando la opinión pública, a la gente se le sigue convenciendo de cosas que es imposible convencer a una persona con dos dedos de frente. Es verdad que se ha normalizado la corrupción en España. Ocurren cosas y no pasa nada. Ocurren cosas y estas tapan otras que han ocurrido. Con el caso Negreira espero que no sea así, que se profundice y que se tomen cartas en el asunto si al final se demuestra que ha habido una ilegalidad para ganar. En el fútbol y en la vida no puede existir otra cosa que no sea la meritocracia. —¿Su padre le decía que había que regalar jamones a los periodistas? —(Risas) Sí, sí. Ya sabes, con esa guasa andaluza tan característica, mi padre era de la opinión que tenía que tener detalles con los periodistas, que fuera un poco más pillo. Yo he considerado que no tenía que dorarle la píldora a nadie y he tenido siempre unos valores que he defendido allá donde he ido. Tanto con medios afines como no afines, yo digo las cosas claras. Con diplomacia, sí, pero te digo las cosas a la cara. Luego pasa y punto. No soy rencoroso. —Barcelona, Villarreal, Liverpool, Nápoles, Bayern, Milán, Aston Villa, Lazio y otra vez Villarreal. Nueve clubes de élite y algunos aún piensan que está ahí por haber sido gracioso. —Yo no me creo más ni mejor que nadie. Solo digo que llevo 24 temporadas y el del sábado será el partido 992 de mi carrera. Para los que dicen que he sido el eterno suplente, pues no está mal. —¿Será el guardameta del siglo XXI con más porterías a cero? —Hemos hecho una buena racha últimamente, pero lo tendría que mirar. No llevo ahora la cuenta y depende de quién te de los datos, hay más o menos. Lo de los partidos jugados sí que me hace especial ilusión. Si no pasa nada lo conseguiremos este año . Jugar 1.000 partidos no está al alcance de mucha gente. —¿La derrota en la final de la Champions de 2007 es su mayor espina? —Es una oportunidad que no ha vuelto. Yo pensé entonces que me vería en otra, pero no ha sido así. —¿Vio el clásico de Copa? —Me fui al cine… Me vi obligado. No tuve otra opción. Ya lo veré en diferido. —¿Qué película vio? —Air, la de Nike y Jordan. Ese tío sí que cambió todo en el mundo del deporte. —Tras el clásico, Araujo le dijo a Vinicius algo parecido a lo que le dijo usted después del partido de Copa en enero. —Para mí, Vinicius es un futbolista con un talento extraordinario y lo dije en su día. La recomendación que le di fue con toda la tranquilidad y la experiencia de mis años, porque creo que era bueno para él. Y lo hice con todo el respeto y la admiración que le tengo como futbolista, que es la de uno de los mejores del mundo. Yo le di mi opinión aquel día y ahí lo quiero zanjar. No soy quién para seguir opinando. Noticia Relacionada Fútbol estandar No Vinicius versus Gavi, volcanes en erupción Rubén Cañizares El brasileño y el culé tuvieron piques de alta intensidad en un Camp Nou que pidió a Messi —¿Se ha sido injusto con Quique Setién? —Llegó con el listón muy alto y dinámica de equipo positiva. No reemplaza a un entrenador que se le echa. Sustituye a uno que lo estaba haciendo bien y que se lo llevan a la Premier, y nosotros tenemos que decidir rápido. Quique ha callado muchas bocas. Necesitaba paciencia, porque su estilo es distinto al de Emery, y el tiempo le ha dado la razón. Nosotros estamos a muerte con él. —¿Coincidió con Ancelotti? —No tuve esa suerte. En Nápoles me dijeron que teníamos gustos y formas de ser parecidas y que hubiéramos congeniado seguro. Toda mi admiración. Uno de los mejores entrenadores de la historia. Un ejemplo para el resto de técnicos. —¿Estuvo alguna vez cerca del Madrid? —Alguna vez hubo algún acercamiento, pero cerca cerca nunca he estado. Esa es la verdad.

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