El choque de trenes por la final de Copa entre el Barcelona y el Real Madrid se personifica en el carácter volcánico de dos de sus estrellas. Gavi (18 años) y Vinicius (22), aún en etapa de desarrollo, empiezan a acostumbrarse a estar en el foco tanto por sus virtudes futbolísticas como por sus actitudes. En un universo de superhéroes ellos representan el rol de villano para las aficiones contrarias. Surge la pregunta de si la cosa es para tanto. Si en verdad existe el riesgo de que alguno de esos comportamientos estropee lo que se intuye un espléndido futuro para ambos. Noticia Relacionada Fútbol estandar Si Los riesgos de Gavi con ficha del filial Sergi Font ¿Qué efectos concretos tiene la no admisión, con respaldo judicial, del contrato profesional del jugador? El más importante, que puede irse del Barça a coste cero el 30 de junio «Creo que se está sacando un poco de contexto. Si lo comparas con mi época lo de ahora es un juego de niños. Antes había muchos más roces e insultos, pero no había tanta exposición mediática y la cosa quedaba ahí». Abel Resino , exentrenador de Atlético, Valladolid, Celta o Granada, entre otros, es de los que piensan que no hay mayor problema en ese exceso de celo que Gavi o Vinicius muestran sobre el césped. «Tienen temperamento y viven el fútbol con mucha intensidad. Es su estilo. Irán madurando y aprendiendo, pero hay cosas que ahora no se perdonan». Es la misma opinión que han mostrado en varias ocasiones sus entrenadores. Tanto Carlo Ancelotti como Xavi defienden con pasión a sus jugadores pese a las muchas polémicas en las que se han visto envueltos esta temporada. «Todo lo que pasa no es culpa suya. Él solo quiere jugar al fútbol», dice el técnico italiano sobre Vinicius, acusado de provocador por sus bailes y su proceder hacia la grada, los árbitros y los contrarios. En su caso subyace además el tema del racismo, la causa primera de esa inquina en opinión de su entorno. Tampoco encuentran motivos en Barcelona para dudar de Gavi, pese a que el sevillano evidencia problemas para regular su descaro y valentía. Donde los demás ven una agresividad excesiva (en sus 85 partidos como azulgrana ha recibido 26 amarillas y una roja), su entrenador solo aprecia un intento de desestabilizar a su club orquestado desde Madrid: «Supongo que el problema es que es jugador del Barça. Estoy muy orgulloso de él». Esa defensa a ultranza de la particular naturaleza de Gavi no ha tenido reflejo en la selección española. Luis de la Fuente lanzó la alerta desde la sala de prensa del Hampden Park de Glasgow. «La madurez hará a Gavi controlar comportamientos que igual no son beneficiosos ni para él ni para el equipo. Lo hemos hablado y lo irá controlando», dijo el riojano. Y no fue el primero. En junio del año pasado Luis Enrique también advirtió en público al centrocampista: «Tiene que mejorar dentro y fuera del campo». El asturiano no quiso profundizar, pero ya entonces se apuntó a su excesiva fogosidad en los entrenamientos, su facilidad para encararse con los rivales durante los partidos o una actitud un tanto huidiza en las concentraciones. Son, básicamente, los mismos elementos que se le han achacado después de esta última convocatoria para los partidos ante Noruega y Escocia. Desde la Federación, en todo caso, se insiste en que el comportamiento de Gavi es ejemplar. «Considero que lo de Gavi y Vinicius son pecados de juventud -insiste Resino-. Pero claro que hay jugadores problemáticos. Muchos utilizan la agresividad porque piensan que son inferiores a algún compañero y creen que así se pueden ganar el puesto. Hay que marcarles un plan y hacerles comprender que esa actitud no es la correcta». Todos los equipos trabajan ya el aspecto mental con psicólogos y preparadores específicos. Es la mejor vía para corregir según qué actitudes, por encima de camelos o castigos. «La primera recomendación que se le puede hacer a este tipo de jugadores es que trabajen con un profesional. Cada caso es único, pero la sobreexcitación o el autocontrol se pueden tratar siempre», cuenta a ABC Rafa Mateos , psicólogo deportivo en 'Train your mind' y profesor e investigador de la Universidad Autónoma de Madrid. En su opinión, es imprescindible hacer una evaluación a fondo de por qué un determinado jugador se comporta de esa manera específica. «Si no sabemos por qué hace lo que hace no vamos a poder intervenir y no va a mejorar. Hay que conocer qué situaciones concretas le están generando perder los nervios. Si es porque su equipo va perdiendo, por una provocación del rival, cuando le hacen faltas... Cuando se tiene esa lista clara va a ser mucho más fácil trabajar con él». Detectadas las causas, es hora de ofrecerle herramientas al futbolista para que sus episodios de ira o descontrol sean cada vez más aislados. «Cuando uno ya sabe en qué momentos está metiendo la pata es cuando puede empezar a corregirse», continúa Mateos. «El jugador empieza a identificar también las emociones y las sensaciones físicas que le produce esa sobreexcitación: pérdida de aire, mayor sudoración, corazón acelerado... Pueden ser también pensamientos. Parece fácil detectarlos, pero no lo es». En función de en qué situaciones lleguen ese tipo de comportamientos inadecuados, y de las respuestas físicas y mentales que sufra el jugador, el especialista utilizará unas técnicas u otras. «Hay personas a quienes le vienen bien técnicas de relajación, otras que reaccionan al ponerles una serie de rutinas. Por ejemplo, si noto que pierdo el control voy a bajarme las medias y a respirar profundamente cuatro veces. Son técnicas de distracción que hay que entrenar, igual que la táctica o el físico. Es una habilidad más que los jugadores deben adquirir». El tercer paso es poner a prueba que esas herramientas funcionan. Primero hay que conocer la predisposición del jugador. Después, empezar a practicarlo en los entrenamientos. «Si alguno de estos es el caso de Gavi o Vinicius mi recomendación es que empiecen a trabajarlo cuanto antes, si no lo están haciendo ya. Va a ser más fácil cambiar el comportamiento si, entre comillas, lo cogemos a tiempo». Al margen de técnicas individuales, el resto del equipo juega también un papel fundamental: «Algo que creo que han hecho con Gavi, por lo que he podido ver por televisión, es ponerle un compañero que le supervise. Suele funcionar que haya algún jugador veterano pendiente de que el otro no pierda los nervios en el campo. Cuando observa que eso puede ocurrir tiene la tarea de cogerle , apartarle de la zona conflictiva y hablarle durante medio minuto para ayudarle a que se concentre en el partido y no en las provocaciones». «Todo se puede mejorar -concluye Abel Resino-, aunque el carácter se lleva dentro». El reto está, en opinión de Mateos, en mantener el nivel de activación y la energía positiva sin superar el umbral. «Lo dijo De la Fuente. Tampoco quiere que Gavi sea ahora un jugador muy tranquilo. Simplemente, que sea capaz de frenar cuando note que llega a un punto de no retorno».
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