En apenas dos meses, cuando comience junio, se cumplirá una efeméride redonda: los cinco años de la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy , o lo que es lo mismo: un lustro desde que el socialista preside el Gobierno. Aquel golpe de mano fue posible tras la sentencia del caso Gürtel contra el Partido Popular (PP) y por la plasmación -en la votación de la moción- de lo que el difunto exlíder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, definió en una expresión que hizo fortuna como 'coalición Frankestein' . Todos, tanto el PSOE y Podemos como los distintos grupos nacionalistas (ERC, EH Bildu, los diputados separatistas hoy divididos entre Junts y el PDeCAT y el PNV, cuyo concurso fue imprescindible) respaldaron la moción para desalojar a Rajoy. Noticia Relacionada estandar Si El PNV azuza un gran acuerdo en el País Vasco por el 'derecho a decidir' Miriam Villamediana Los nacionalistas celebran el domingo su Aberri Eguna exigiendo más autogobierno Atacar al PP era entonces un eficaz pegamento para unir a toda esa amalgama de siglas. Y Sánchez ha vertebrado su liderazgo al frente del Ejecutivo en buena medida aprovechando esa circunstancia. Pero lo que antes era un eficaz adhesivo ha empezado a erosionarse con el tiempo, por distintas razones y circunstancias. Puigdemont no da tregua En cuanto a los apoyos del nacionalismo independentista, Junts per Catalunya , la formación de Carles Puigdemont, que cuenta con cuatro diputados en el actual Congreso, hace tiempo que practica una política de enfrentamiento sin tregua contra el Gobierno, que obviamente tiene una clara derivada en su disputa a nivel autonómico con ERC, cuyo Ejecutivo regional ha terminado incluso abandonando . Su actitud de boicoteo ha impedido dar continuidad a una de las grandes exigencias que ERC arrancó al PSOE para permitir con su abstención investir a Sánchez: la mesa de diálogo. Por otro lado, dos de los principales integrantes de la 'coalición Frankestein', ERC y EH Bildu , han ido oscilando en su grado de fidelidad al Gobierno. Es cierto, como blasonan Sánchez y sus ministros, que lejos de algunos augurios iniciales esas dos formaciones han sido un motor fundamental de la legislatura, sobre todo por su apoyo a los Presupuestos . Pero en otras ocasiones, y ya desde 2020, ese motor ha quedado seriamente dañado, teniendo que recurrir el piloto del avión a otros aliados, entre ellos Ciudadanos (CS) y el PDeCAT , o incluso, y de manera insospechada, Vox le ha sacado al Ejecutivo alguna castaña del fuego. Ocurrió en las últimas prórrogas del estado de alarma (luego tumbado por el Tribunal Constitucional) en 2020, pero también en otras votaciones clave de la legislatura. Socios problemáticos Junts, a la contra: Pese a respaldar en 2018 a Sánchez en la moción, los cuatro diputados del partido de Puigdemont han jugado siempre a la contra. Dentro de su pugna con ERC por la hegemonía en Cataluña, han hostigado sin descanso al Ejecutivo. ERC y Bildu, dos apoyos oscilantes: Permitieron la investidura y, contra muchos augurios, han dado estabilidad a la legislatura apoyando los Presupuestos. Pero en muchas ocasiones, como la reforma laboral, los separatistas han dejado en la estacada a Moncloa. PSOE y Podemos chocan por la comisión Kitchen: Ni siquiera la reactivación de esta comisión para investigar a los gobiernos del PP ha terminado en acuerdo. Antes de Semana Santa no se puso en marcha al no haber acuerdo en los comparecientes. En otoño de 2020, las bancadas del PSOE y Podemos vieron cómo peligraba la primera votación sobre los fondos europeos Next Generation de la Unión Europea (UE), 140.000 millones de euros por cuya negociación los ministros recibieron en La Moncloa con un aplauso a Sánchez, en una de las imágenes más comentadas de este mandato. Al final, una sorpresiva abstención de Vox, de la que los socialistas solo tuvieron conocimiento casi al borde de la votación misma, evitó un revolcón parlamentario de impacto y con repercusión en Bruselas. Poco más de un año después, el Gobierno volvió a tropezar con la misma piedra, la de ERC y EH Bildu, a la que se sumó el PNV , dado el rechazo de estas formaciones a la reforma laboral negociada con los sindicatos y la patronal. En puridad, ese fue un fracaso más achacable a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz , quien creyó poder lograr con facilidad esos apoyos de los aliados parlamentarios más a la izquierda. La parte socialista del Ejecutivo, con el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños , al mando de las operaciones, pudo reconducir la situación recurriendo a CS y el PDeCAT, ya para entonces dos comodines habituales para el PSOE, e incluso a Unión del Pueblo Navarro (UPN), aunque este apoyo, como es sabido, falló por la inesperada rebelión contra su partido de los diputados navarros, Sergio Sayas y Carlos Adanero , ambos hoy en el PP. La comisión Kitchen Justo antes de Semana Santa, el inicio de la comisión de investigación sobre el caso Kitchen (reactivada por el PSOE y sus socios tras rechazar otra sobre Tito Berni, el exdiputado socialista imputado en el caso Mediador ) evidenció más a las claras que nunca que el 'todos contra el PP' ya no cierra filas como antaño. Y es que ni siquiera se pudo poner en marcha la comisión, dado que ninguno de los listados de comparecencias salió aprobado. Podemos vetó con una abstención el del PSOE, que excluye a Mariano Rajoy y Pablo Casado, como piden algunos grupos, y el Grupo Socialista rechazó la de Podemos, que incluía a Pablo Iglesias y a varios periodistas, entre ellos el presentador de La Sexta Antonio García Ferreras, puesto en la picota por Podemos tras salir a la luz sus conversaciones privadas con el comisario José Manuel Villarejo. «A saber qué tipo de pactos tendrán con él» afirmó el portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique. MÁS INFORMACIÓN noticia Si La Ley de Vivienda, último frente de choque entre PSOE y Podemos para acabar la legislatura noticia Si Carmen Fúnez: «Nunca se hizo tanto daño al feminismo en España como con Sánchez en el poder» noticia Si El PSOE vuelve a tirar del comodín Franco para el 28-M En síntesis, ni siquiera para impulsar, y en pleno año electoral, una investigación parlamentaria sobre casos de corrupción del PP -a priori toda una bicoca para la coalición gubernamental y sus aliados- existe ya el automatismo del acuerdo que antaño se encendía al menor resorte, y que está en el origen hace ya un lustro de la etapa de Sánchez en el Gobierno. E incluso, como se observa en este caso, la ocasión puede servir para que se reabran viejas y nuevas heridas entre cada uno de quienes formaron la coalición de intereses políticos que forzó el último cambio de Gobierno en España.
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