jueves, 5 de mayo de 2022

Miedo escénico 3.0 en el Bernabéu

Puestos a hablar de sucesos inexplicables, ninguno expresa mejor lo que sucede en el Santiago Bernabéu en las noches de Champions que el mensaje profético de Rodrygo Goes. «Dios me miró y me dijo, hoy es tu día». El héroe del Real Madrid ante el Manchester City también tiene su cuota indescifrable: lleva once goles en 26 partidos de Copa de Europa y solo seis en el resto de competiciones. La apelación divina parece la más creíble en ese mundo esotérico del madridismo que mezcla lo enigmático y lo incrédulo. Son las doce de la mañana en un barrio de Madrid y todavía algunos claxones recuerdan con rítmico soniquete que el equipo de Chamartín ha llegado a otra final de la Champions. La historia, el pilar de cualquier civilización, rememora en clave blanca el miedo escénico, el concepto que escribió Gabriel García Márquez en un artículo para referirse a su temor a hablar en público y que Jorge Valdano popularizó como válvula atemorizante para los rivales del Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Clarence Seedorf, que jugó en el Madrid en los noventa, tiene una idea sobre esto: «Con respeto al Manchester City, la historia no se hace en dos años ni en diez. Si en el Madrid te echan en octavos de la Champions, no puedes salir a la calle en diez años. Esa presión no la tienen los demás…». «El rival sufrirá por el miedo escénico del Bernabéu», pronosticó Valdano antes de un Madrid-Anderlecht de 1984 que para el club merengue fue un escalón más en la secuencia de remontadas que jalonan su historia. Siempre la historia. Anderlecht, Borussia Moenchengladbach, Inter, Bayer Múnich, en el pleistoceno. PSG, Chelsea y Manchester City, en el tiempo actual pero con el retrovisor que refresca siempre la atmósfera del equipo en base a lo que fue. Lo describe con elegancia The Guardian en su edición de ayer. «Mientras Karim Benzema caía tocado en el tobillo por una estocada de Rubén Dias, incluso antes de que su cuerpo golpeara el césped, el brazo de Orsato brotaba de su costado, erguido como una baqueta, poseído por el vudú de otra de estas absurdas tormentas eléctricas, de estas noches de ruido blanco, luz blanca, donde nunca se hace nada hasta que se hace». Al madridista le gusta más la frase concreta, resumida en esencia, de Juanito, quien pronunció en aquel italiano macarrónico su «noventa minuti en el Bernabéu son molto longo», una advertencia a un jugador del Inter que había ganado 2-0 en la ida y fue eliminado en la cancha de Chamartín. «El Madrid tiene un alma diferente en su casa», opina el exdelantero de la Juventus Alessandro del Piero, tantas veces rival de los blancos. «No es solo el Bernabéu, es el Real Madrid», dice Esteban Cambiasso, exjugador merengue entre 2002 y 2004. En ese envoltorio más volcánico que místico encaja como un guante Carlo Ancelotti, cinco títulos en cinco ligas diferentes, tipo amable y conciliador que gusta más allá de su casaca madridista. A Ancelotti lo elogian los exfutbolistas ingleses. «Su obra resiste en cualquier lugar, es tranquilo, se mide y sabe ganar», dice de él Rio Ferdinand, ahora comentarista de televisión. «Ancelotti es una superestrella absoluta. Su historial y sus trofeos hablan por sí solos», comenta Steve McManaman, exjugador del Madrid y ahora analista televisivo. La pasión madridista por la victoria, se lleva por delante a Guardiola. Noche de felicidad total para los blancos. «Tardaremos un par de días en reponernos para volver, con nuestra gente porque tenemos cuatro partidos por delante. Es un golpe duro, pero es lo que hay», lamentó el técnico. En la búsqueda de explicaciones a lo aparentemente inexplicable, vuelve a despuntar la juiciosa opinión de Rodrygo, serenidad brasileña en el análisis. «Con esta camiseta aprendemos a pelear siempre hasta el final. Estábamos casi muertos, pero con mi primer gol ahí... no sé, empezamos a creer un poco porque ya había pasado otras veces».

De Deportes https://ift.tt/ZY0z78X

0 comentarios:

Publicar un comentario