Para siempre ya en la retina de los aficionados su gesto de alegría: parada, brazo derecho al cielo y sonrisa. Una marca de identidad como lo están siendo sus actuaciones en este Mundial de casa. Merche Castellanos (Ciudad Real, 1988) despliega sus alas en este torneo y firma números de vértigo: 40 % de eficacia, sexta en el ranking, ni en sus mejores sueños –dice– se imaginaba así. Como es costumbre en el balonmano español, la portería se alterna porque hay guardianas de prestigio. Si Castellanos, 1’84, 33 años, acumula 47 paradas, Silvia Navarro, 1’69, 42 años, firma 49 (42 % de efectividad). Pero no es solo el número de aciertos, es, sobre todo, la confianza que aportan a la retaguardia. Ellas paran, el resto corre, España se divierte; y a semifinales. «Es cierto que la portería es un puesto muy determinante. Si la portera para, hace las cosas más fáciles al equipo, pero cuando juego no pienso en esa responsabilidad. Ni en la culpa si no salen tan bien las cosas», explica en su conversación con ABC. La preparación con Jorge Martínez, entrenador de porteras, ha impulsado la compenetración y la confianza. «Jorge está muy encima, corrigiéndonos, intentando mejorar en todo momento. A las porteras nos ayuda mucho porque nos hace ver el fallo. Cuando hacemos algo mal es el primero que nos lo dice para corregir, pero también cuando hacemos las cosas bien aunque el balón haya entrado. Nos repite que lo importante es que seamos fieles a lo que sabemos hacer, que si las cosas se hacen con sentido las paradas llegarán». Las suyas han llegado en los momentos claves. En cuartos de final contra Alemania, frenar la sangría rival fue dar aire a las compañeras. «Llevamos unas rachas muy buenas, y el equipo está animado, con muchas ganas. En portería nos están saliendo las cosas bien y eso es superimportante para el grupo». Su trabajo, admite, es una mezcla de todo: análisis, intuición, imaginación: «Hay que analizar al rival, saber qué tipo de jugadoras tienes delante: si es más de penetración o de 9 metros, si son extremos o pivotes. Pero no hay que obsesionarse. Es saber detalles y luego esperar y reaccionar de la manera con más sentido». La preparación es otra mezcla: física y mental. «Silvia y yo no tenemos nada que ver físicamente. Ella es más ágil, yo soy más grande. Lo bueno que tengo yo es la altura, ocupo mucho e intento jugar con ello para ponérselo difícil a la jugadora, que no vea mucha portería. Si estás con una buena racha te haces más grande. Si recibes muchos goles te haces pequeña. A mí a veces se me hace gigante. Físicamente tienes que estar bien porque te mueves y reaccionas en milésimas. Pero la parte mental es fundamental. Estás sola. No te ayuda nadie. La defensa está ahí, pero detrás de ti no hay nada». El 16 y ‘Cumbres borrascosas’ Con la edad ha encontrado la sabiduría y tranquilidad para estar en el lugar adecuado. «Vas aprendiendo a colocarte en los momentos claves. Por eso es fácil ver porteros que, cuanto más mayores, mejores son». Ahora la alegría por una parada y la tristeza por encajar un gol están en la misma balanza: «No duran nada. Solo el segundo en el que ha pasado, y a pensar en el siguiente». Desde siempre, Merche, y en su espalda, el número 16, pues de pequeña le encantaba otro grande como David Barrufet. Su primera llamada para la selección fue en 2008, contra Holanda, un día antes de partir porque la portera titular se dio de baja. «Estaba muy nerviosa, pero recuerdo llegar allí y sentirme una más. Me lo hicieron muy fácil». A partir de ahí, crecimiento y eclosión en estos últimos tres años; de los Juegos del Mediterráneo, al Mundial de Japón, al Europeo, a los Juegos de Tokio 2020 y a este torneo en casa. «Cuando ves que me río es que estoy disfrutando, divirtiéndome. Te preparas mucho tiempo para jugar este tipo de partidos». Para antes de dormir estos días, unas páginas de ‘Cumbres Borrascosas’, y a preparar el siguiente choque. Será mañana, ante Noruega (20.30 horas, TDP), un hueso. «Todas sus jugadoras son top. No es invencible, pero va a ser complicado. Pero nosotras jugamos en casa, tenemos un equipo muy bueno y hay que aprovechar lo positivo». Como sus alas, desplegadas en todo su esplendor en el Mundial de su confirmación.
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