Momento de balances navideños, dicen. Momento de reflexionar, sí, sobre la ciudad que fuimos y que volveremos a ser a pesar del Sida chino, el que nos encerró en casa contra la Constitución y contra el sentido común. Fue entonces cuando se nos privó de eso tan nuestro como el paisanaje, del que ya hemos hablado aquí. Nos enseñaron a hacer pan y, mientras, a mi gente de la ciudad, la de las cuatro esquinas cotidianas, le iba uno perdiendo el rastro. Recuerdo a Yaser, antiguo bailarín del ballet de La Habana y uno de los últimos regentes de una de las tascas más antiguas de Madrid: La Fetén, en la calle de Moratín, donde uno fue tan feliz entre... Ver Más
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