
Joan Laporta basó su campaña electoral en la renovación de Leo Messi, objetivo en teoría alcanzable para el actual presidente por su buena relación con el futbolista y su entorno. Todos sus mensajes rezuman optimismo, pero lo cierto es que el argentino lleva diez días sin equipo y, lo que es peor, sin pronunciarse. Cierto que se mantiene estoico ante las tentaciones de clubes que podrían ponerle sobre la mesa cantidades inalcanzables para el equipo catalán, pero las restricciones que impone LaLiga y las penurias económicas en las que vive instalado el Barcelona generan cierta desazón. «Siempre que un tema no está solucionado hay que estar preocupado. Pero tengo plena confianza en nuestro presidente para que arregle este tema porque...
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