
Esta Eurocopa está siendo el primer torneo internacional que disputa Finlandia, un país que prefiere el esquí, el hockey sobre hielo o incluso leer libros antes que salir a la interperie a jugar al balón. El fútbol no está entre sus prioridades y nadie les puede decir nada: qué niño disfruta entrenando bajo cero y sin luz solar. Sin embargo, el fútbol es global y permea en cualquier rincón del mundo por inhóspito que sea. En el país de Laponia nacieron jugadores como Litmanen o Hyppia, señores que firmaron grandes carreras en la élite europea. En cambio, en esta su primera experiencia en una fase final no tienen ninguna estrella reseñable, pero sí son un equipo compacto, defensivo, pegajoso y entregado a los guantes de Lukas Hradecky, el fiable guardameta del Leverkusen. Estas señas de identidad permitieron a los nórdicos finalizar segundos en su grupo de la fase previa, justo por detrás de Italia. Su plantilla está plagada de jugadores desconocidos de las ligas menores del norte y la cara reconocible de su equipo se encuentra en la punta de ataque con tres jugadores con experiencia en competiciones europeas relevantes. El capitán y mejor jugador de la selección es Teammu Pukki, delantero del Norwich que ha marcado 26 tantos para devolver a su club a la Premier. Otro futbolista que en esta temporada también ha logrado el ascenso a la Primera inglesa es Marcus Forss, un joven y rápido atacante de 21 años que ha dado buenas sensaciones en el Brentford. Por último, el tercer eslabón del tridente ofensivo es el ariete del Leverkusen (este curso pasado cedido al Unión Berlín) Joel Pohjanpalo. El pasado 12 de junio por fin llegaba el día soñado, pero el destino se guardaba un as en la manga. Finlandia debutaba en la Eurocopa más atípica que se recuerda en el partido más desgraciado de la historia del torneo. El conjunto finlandés comenzó fiel a su estilo: cedió la bola a Dinamarca, aguantó replegada y salió a la contra con cierto peligro. La normalidad desapareció cuando Eriksen se desplomó en los instantes finales del primer periodo. El Parken Stadion se quedó helado y el fútbol dejó de importar. Con el susto en sus rostros, las aficiones nórdicas cantaban al unísono el nombre del futbolista caído y, tras la noticia de que el danés estaba consciente y que se reanudaba el encuentro, precisamente Pohjanpalo puso el 1-0 definitivo. Con extremada clase y respeto, el delantero no celebró el gol; el resultado era lo de menos y los 22 hombres sobre el césped tenían sus pensamientos en otro lugar, en un tema realmente vital. Sea como fuere, la selección finlandesa ya tiene tres puntos en su haber. Con tres más casi asegurarían la clasificación para octavos, bien como segundo de grupo o como uno de los cuatro mejores terceros. En el supuesto pasar de fase, sería todo un éxito para el fútbol nórdico que, ciertamente, vive años de gloria (la idílica aparición de Islandia en los últimos tiempos y la llegada de Suecia a los cuartos de final del pasado Mundial lo atestiguan). Mañana a las 15:00 horas, muy cerca de casa en el bello estadio de San Petersburgo y ante su vecina Rusia, Finlandia tiene una cita con la historia.
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