miércoles, 30 de junio de 2021

La reconstrucción alemana empieza por Flick

Joachim Löw estaba ya amortizado como seleccionador desde que la Federación Alemana de Fútbol (DFB) anunció antes de la Eurocopa a su sucesor. Los genes competitivos de los teutones obligan siempre a contar con ellos, pero el proyecto murió cuando vísperas de un gran torneo ya se sabía que el ciclo del técnico estaba finiquitado. En realidad, quedó herido de muerte tras la humillación sufrida en el Mundial de Rusia 2018, donde la ‘Mannschaft’ no superó la criba inicial al perder con México y Corea del Sur. El 6-0 sufrido ante España el pasado noviembre en Sevilla, valedero para la Liga de Naciones, ya fue el súmmum. Löw estaba deportivamente muerto, pero nadie dio un paso al frente. El genial técnico que cambió el estilo de Alemania, le dio un título Mundial en Brasil 2014 y lo asemejó a los postulados guardiolistas, no supo ver su declive. Llegó a manifestar que él estaba muy por encima de todo lo que se dijera. Una muestra de arrogancia que no le perdonaron. Tras pasar de puntillas por la Eurocopa, con solo un partido bueno ante Portugal, derrota contra Francia, empate ‘in extremis’ con Hungría y caída sin excusas en octavos, y en Wembley, ante un rival histórico, Löw se despide después de 15 años y sin completar la renovación del equipo. La reconstrucción alemana le corresponde a Hansi Flick, exasistente de Löw que llegó como técnico interino al Bayern y en 2020 conquistó el triplete Bundesliga, Copa y Champions. De ser un desconocido, a convertirse en leyenda. Sin experiencia para un gran banquillo, se le equiparó a emblemas como Pep Guardiola y Zinedine Zidane, que hicieron campeones de Europa enseguida al Barça y al Real Madrid. Flick desempeñó un papel clave en la ‘Mannschaft’ campeona del mundo, ya que ejerció como adjunto de Löw durante ocho años. Adquirió conocimientos para poder gestionar desde el punto de vista físico y mental a un conjunto de estrellas. Según diversos analistas, su éxito como entrenador se debe a su carisma como líder del vestuario, su tranquilidad, su lucidez para intervenir durante los partidos, su obsesión por la excelencia y, sobre todo, su deseo de mantenerse en un discreto segundo plano ante la opinión pública. Todo el protagonismo, para los jugadores. Cambiar el espíritu Flick seguirá el modelo de Löw, pero matizado. Sobre todo, tiene que cambiar la mentalidad del grupo. «Antes había más ambición, voluntad, y ese es el espíritu que hace falta ahora. Todo parecía muy sombrió. Cuando ves las caras de los jugadores, nada se mueve, no reaccionan. Podría haber un incendio y todos seguirían en el campo», ironizó Lukas Podolski tras la derrota ante Inglaterra. El futbolista de origen polaco, avalado por 130 partidos y 49 goles en la ‘Mannschaft’, respeta a Löw pero confía en el cambio. «Lo que Löw ha logrado para el fútbol alemán nadie más lo hará después. Quizás Hansi Flick puede hacer que el equipo vuelva», concluyó un símbolo de esa tradicional alemana de matadores junto a su colega Miroslaw Klose. El periplo de Flick, al que se le exigirán ya éxitos en el Mundial de Catar del año próximo, terminará con algunas vacas sagradas. Veteranos centrocampistas como Toni Kroos e Ilkay Gündogan ya se planteaban dejar la selección tras la Eurocopa, según anticipó la revista ‘Sport Bild’. La dupla Kimmich y Goretzka, a los que conoce muy bien del Bayern, será la elegida por Flick para liderar esa renovación, mucho más que un lavado de cara. Habrá más ausencias de peso como Thomas Müller y Mats Hummels. Los repescó Joachim Löw como solución de urgencia pera reeditar tiempos dorados, pero no han funcionado. Junto al técnico, son dos de los grandes señalados de Wembley, sobre todo el versátil delantero por errar un mano a mano ante Pickford que suponía el empate antes de la sentencia de Harry Kane. ¿Seguirá el viejo Neuer bajo los palos y Ter Stegen a la sombra? Tendrán que dar un paso al frente talentos alemanes que ya atesoran la experiencia del fracaso en esta Eurocopa. Flick exigirá mucho más de defensas emergentes como Ginter, Süle, Gosens o Koch; centrocampistas jóvenes pero con enorme recorrido tipo Musiala o Neuhaus; y delanteros versátiles como Havertz y los extremos Gnabry o Leroy Sané. Flick requiere tiempo pero en los grandes siempre hay urgencias.

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