martes, 29 de junio de 2021

El legado de Löw, 15 años sin pelotazos

El día pintaba mal para la ‘Mannschaft’. Lluvia típica de Londres, aunque a la hora del choque escampó, y los hinchas ingleses enloquecidos. El moderno Wembley se asemejaba a un templo clásico. Unos 45.000 aficionados en sus gradas –algo más de media entrada–, pero un ambiente de clásico. ¿Protocolo covid? Una broma. Desde la hora del desayuno, pubs repletos de ‘supporters’ en zonas como Baker Street, línea directa a Wembley en solo dos paradas de metro. Las pintas de cerveza, bien agarradas. Los vozarrones, desgarradores. A falta de tres horas para el partido, los vagones del suburbano ya van repletos. Se respira un perfume embriagador de ‘birra’ y porro. Bien cargaditos, entonan el célebre ‘It’s coming home’, el tema de David Baddiel, Frank Skinner y Thea Lighting Seeds convertido en himno oficioso de los ‘Three Lions’ desde que el fútbol volvió a casa en la Eurocopa de 1996, donde precisamente los ingleses cayeron en semifinales ante Alemania, luego campeona. Joaquim Löw (Schönau, Baden-Wurtemberg, 3 de febrero de 1960) sabía que este 29 de junio le marcaría como héroe o entrenador jubilado. El fútbol es desmemoriado y lo más reciente de Alemania era su fracaso en la primera fase del Mundial de Rusia. Desde ese momento, Löw quedó sentenciado. Le aguantaron más por respeto a su glorioso pasado que por convicción. El 6-0 ante España del pasado noviembre en La Cartuja, valedero para la Liga de Naciones, le remató. Antes de la Eurocopa se oficializó el nombramiento de Hansi Flick, ganador de todo con el Bayern. ¿Falta de respeto? Löw, disciplinado, siguió con su trabajo. Renunciar es de cobardes, pensó. En la primera fase, Leon Goretzka le rescató ante Hungría tras caer con Francia y remontar frente a Portugal en el mejor partido alemán. Frente a los ingleses, puerta grande o enfermería. Löw apeló al corazón de sus jugadores. Una charla emotiva, pasional, para darles más ánimo y confianza. Su lenguaje corporal en Wembley, muy claro. Gestos enérgicos con la mano, miradas directas. No puede evitar hurgarse la nariz. Es un tic. Fiel al modelo Se sentía agraviado porque no le dejaron entrenar la víspera en el estadio donde sus rivales ya jugaron tres partidos en la primera fase. Nada de arrugarse. Alineó a a un equipo ofensivo. Deseaba el dominio, el control que solo tuvo por fases. Más allá de los grandes resultados en 15 años, coronados con el Mundial de Brasil, Löw deja como legado un modelo diferente. Alemania no es aquella selección que sometía a sus rivales a base de pelotazos. La lidera Toni Kroos, palabras mayores. Admirador del paisaje de la Selva Negra donde creció, ‘Jogi’ bebe de las fuentes de Pep Guardiola y admira a Vicente del Bosque. Le encanta el tiquitaca, y bien que lo sufrió en contra en la final de la Eurocopa 2008 y las semis del Mundial de Sudáfrica ante la mejor España; Y jugar con nueves mentirosos, no con tanques. Con todo respeto para la canción patriótica del Reino Unido que atronó en Wembley, ‘God save Löw’, ‘he is coming home’.

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