sábado, 26 de junio de 2021

El 'divorcio' de don Marcelo y el ministro de Justicia en el Corpus

Era el año 1981 y Juan Ignacio de Mesa el primer alcalde de Toledo de la etapa democrática. En aquel momento se estaba tramitando en España la reforma del Código Civil y la Ley del Divorcio, a cargo del ministro de Justicia, Francisco Fernández Ordóñez (UCD). La tradición dictaba que el ministro de Justicia, en representación del Estado, acudía al Corpus de Toledo y procesionaba. Previamente, tenía que surgir la invitación por parte del Cabildo de la catedral primada, organizador de la procesión. Pero ya se sabía en el ministerio que p robablemente esa invitación nunca llegaría. ¿El motivo? La ley del divorcio. Entonces, se envía a Toledo a Luis Apostua, en aquellos momentos director general de Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia, para mantener una reunión con Marcelo González Martín, el cardenal primado y arzobispo de Toledo, probablemente la figura más importante de la Iglesia toledana de las últimas décadas, quien, además, tuvo un gran protagonismo político en la Transición. «Por aquellos días, don Marcelo estaba enfermo e ingresado en el hospital Virgen de la Salud», cuenta a ABC el entonces alcalde de Toledo, Juan Ignacio de Mesa. «Recibí una llamada de la Dirección General de Asuntos Religiosos solicitando una reunión con don Marcelo, y lo primero es saber si el prelado está en condiciones de poder mantener esa reunión que, lo más probable, iba a ser tensa. En principio, me dicen que no hay problema y se convoca la reunión». El alcalde acompaña a Luis Apostua al hospital y este entra a hablar con don Marcelo. «La Ley del Divorcio estaba por medio en un país en plena transicion que debía adaptarse a las nuevas circunstancias sociales. La ley iba a salir, y de ello iba a informarle Luis Apostua a don Marcelo, que recibió encantado al político pero dejó claro que la doctrina de la Iglesia es la indisolubilidad del vínculo matrimonial y, por lo tanto, la Iglesia no va a aplaudir que el Gobierno adopte esta medida. Por lo tanto, no se iba a invitar al ministro de Justicia a la procesión del Corpus», añade Juan Ignacio de Mesa. La conversación entre el político y el cardenal quedará para siempre en el secreto en aquella habitación de hospital en cuya cama yacía un prócer de la Iglesia Católica. El exalcalde Juan Ignacio de Mesa desfila en la procesión del Corpus de 1982 - E. SÁNCHEZ LUBIÁN Pese a no ser invitado, el ministro viajó a Toledo aquel día del Corpus, 18 de junio, y contempló la procesión, junto a su esposa, desde los balcones del Gobierno Civil que se asoman a la Plaza de Zocodover, donde el arzobispo hace una parada para dirigir su alocución a los fieles. Cuando el Santísimo cobijado por la Custodia de Arfe llegó bajo los balcones, la esposa de Fernández Ordóñez se arrodilló y santiguó «en señal de devoción y respeto como creyente que era», añade De Mesa. Para aquel día, don Marcelo estaba ya repuesto de sus problemas de salud, y en las palabras que dirigió a los fieles bajo el Arco de la Sangre el divorcio fue la diana contra la que su famosa oratoria lanzó el dardo. Divorcio a la española «En la homilía en la catedral hizo referencia al divorcio, por supuesto, y también en Zocodover. Don Marcelo fue uno de los grandes príncipes de la Iglesia que ha tenido la Archidiócesis de Toledo en el siglo XX, al igual que don Vicente Enrique Tarancón. En las conversaciones con ellos te dabas cuenta de la calidad del contenido de su argumentación, independientemente de que es un hecho de que el Gobierno tiene que gobernar para toda la población», argumenta el exalcalde de Toledo. De esta ‘crisis toledana’ en las relaciones Iglesia-Estado la población, si bien era conocedora, entendía las posturas encontradas y el Corpus, aquel día, era lo más importante. «La mayoría entendía que lo que había que hacer era adecuar a la normalidad una situación que de hecho también se daba. Lo que no podíamos ser era tan hipócritas como para pensar que no existía el divorcio de facto, y aquí había el divorcio español como había el divorcio a la italiana, que era ahí te pudras, con lo cual la parte más débil de la pareja se quedaba absolutamente desprotegida y sin ninguna posibilidad de exigir el más mínimo derecho. Y por lo tanto, eso había que regularlo, en especial por los hijos, y establecer los criterios de cómo se regulaba la patria potestad. Luego, en función de tu moral, uno decidía si se divorciaba o no», señala el exalcalde, a quien el ministro ‘vetado’ le dijo que entendía la postura del cardenal primado. Aquel día Fernández Ordóñez y el prelado no hablaron del ‘incidente’, ni hubo abucheos entre la muchedumbre ni nada fuera de lo normal, aunque la procesión iba por dentro para el político. Eso sí, cuando finalizó la marcha solemne, el ministro de Justicia bajó a Zocodover para presidir desde la puerta del Gobierno Civil el desfile militar que realiza todos los años la Academia de Infantería de Toledo. El exministro de Justicia, el toledano Fernando Ledesma, ve pasar la procesión desde su casa de Toledo - E. SÁNCHEZ LUBIÁN De este incidente, lógicamente, hay otras versiones y opiniones, como la que vierte el exconcejal comunista Ángel Dorado en su libro ‘Toledo. 20 años de Ayuntamiento democrático (1979-1999)’. «La cortesía institucional quien no la tiene en cuenta en 1981 es el cardenal primado y arzobispo de Toledo, monseñor Marcelo González Martín, dado que sin ningún reparo rompe la tradición al indicar que el ministro de Justicia de UCD, Francisco Fernández Ordóñez, no puede asistir a la procesión del Corpus ni a la misa que se celebra en la catedral, por ser el responsable de la tramitación de la Ley del Divorcio. El ministro, por tanto, tiene que presenciar la procesión desde un balcón del Gobierno Civil en Zocodover». Cuenta Ángel Dorado, que dos años después, don Marcelo «vuelve a considerar inadecuada la presencia en la procesión del siguiente ministro de Justicia, el socialista toledano Fernando Ledesma, por ser el responsable de la Ley del Aborto. Así las cosas, el ministro tiene que contemplar la procesión desde otro balcón, el de su residencia familiar». Una historia inventada Años después, el propio Ledesma desmintió en un artículo de prensa esta versión: «tales hechos jamás ocurrieron, semejante historia ha sido total y absolutamente inventada, aquel ministro de Justicia nunca planteó la más mínima pretensión en relación con su asistencia a la procesión del Corpus, y el señor cardenal no formuló oposición a algo que no se le había pedido». En su respuesta al ministro en una carta, don Marclo atestiguó que esa historia era rigurosamente falsa, «pues ni yo le prohibí a usted nada, ni usted manifestó ningún deseo de participar en la procesión».

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