La localidad oscense de Fraga, de apenas 15.000 habitantes, se ha convertido en uno de los enclaves estratégicos de la campaña mundial de vacunación contra el coronavirus. Ese municipio es el encargado de fabricar cientos de millones de jeringas para inocular las vacunas anticovid en medio mundo. Salen de la f actoría que la multinacional Becton Dickinson tiene en esa localidad, una planta en la que trabajan 650 personas y que ha tenido que reforzar tanto sus líneas de producción como su plantilla para hacer frente a la avalancha de pedidos que le han llegado de los cinco continentes. Hasta el momento, los pedidos que han recibido suman más de 400 millones de jeringas. El Gobierno español y las autoridades autonomicas le han encargado 25 millones de unidades. Estados Unidos le ha comprado 190 millones; Canadá, 75 millones; 80 millones Francia; 10 millones Irlanda; 8,5 millones de unidades Nueva Zelanda... La lista se agranda día a día. Eso sí, entre los clientes no se encuentra China. El gigante asiático se autoabastece, también de jeringas. La razón de esta avalancha de pedidos radica en la singularidad de la jeringa diseñada por Becton Dickinson. Esta compañía, un gigante del sector de la tecnología médica con 123 años de historia, está presente en 190 países. En España tiene tres fábricas. Pero, de toda su red mundial, la fabricación de esta jeringa en concreto la tiene asignada, en exclusiva, a su planta de Fraga. «Fabricantes de jeringas hay muchísimos, pero este diseño no lo tiene nadie más», explica a ABC la directora general de la multinacional para España y Portugal, Lourdes López, para explicar el protagonismo que ha adquirido esta factoría en la campaña mundial de vacunación contra el Covid. Este diseño garantiza que todo el medicamento que carga la jeringa se inocula en el paciente. No queda resto alguno en el interior de la jeringa. El motivo es el diseño de su émbolo. Ahorro multimillonario en vacunas Ese máximo aprovechamiento supone un ahorro considerable, porque no se desperdicia medicamento. De lo contrario, se perdería del orden del 15% en cada inoculación. Dicho de otra forma: estas jeringas permiten, con la misma cantidad de medicamento, vacunar a un 15% más personas que con una jeringa convencional. Y eso, en una vacunación tan masiva como la del Covid, es mucho dinero. «Hemos calculado que, solo en España, el uso de nuestras vacunas permitirá ahorrar más de 100 millones de euros en vacunas, ya que éstas han sido adquiridas en viales multidosis, no en dosis individuales. El coste de estas jeringas ronda los 10 céntimos de euro cada unidad. Su diseño se remonta once años atrás. La multinacional Becton Dickinson lo desarrolló pensando precisamente en ser utilizada para vacunaciones masivas, con un diseño que aproveche al máximo el medicamento y a un coste reducido que fuera especialmente ventajoso para organizaciones internacionales, entidades solidarias y países en vías de desarrollo. Así surgió este diseño de jeringa que, ahora, es estratégica para la vacunación mundial contra el Covid. «Otra ventaja de esta jeringa es que tiene la aguja integrada», explica Lourdes López. «No neceista ningún tipo de manipulación para montar la jeringa, basta con abrir el envase, cargar la vacuna e inyectarla», lo que permita ser utilizada por personal con una adiestramiento básico. «No es necesario ser un profesional sanitario espeicalizado para utilizar esta jeringa», explica la directora general de Becton Dickinson en España y Portugal. Y esa facilidad de uso la hace todavía más atractiva en este momento, en el que los gobiernos tienen que hacer frente a una vacunación masiva en el menor tiempo posible.
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