lunes, 6 de junio de 2022

Más reproches que acuerdos en la ‘cumbre’ entre Xunta y oposición

La ‘cumbre’ de este lunes en San Caetano arrancó a las cinco de la tarde, la hora en que antiguamente se jugaban, los domingos, los partidos de Liga, y acabó pasadas las nueve de la noche. Más de cuatro horas para sendas entrevistas de Alfonso Rueda con Valentín González Formoso y Ana Pontón que se tradujeron en lo que se esperaba, visto el clima imperante y las declaraciones -principalmente desde la oposición- de los días previos: muy poco. El secretario general del PSdeG afirmó que aguardaba que su primer encuentro en el ala de Presidencia fuera más «productivo». Y la portavoz nacional del Bloque fue aún más dura: «Salgo preguntándome para qué nos convoca el presidente de la Xunta». Alfonso Rueda, empeñado en seguir patentando ese «estilo» que, recién llegado al cargo, le sirve para despegarse un poco de la sombra de Alberto Núñez Feijóo, se mostró más conciliador. Seguramente porque era el que había puesto el listón más bajo. Ante una izquierda que le dio a espalda sin presentar su programa de gobierno, y que ha estado cuestionando su legitimidad en el cargo, le bastaba con encontrar mínimos consensos en los temas que quiere exponer ante Pedro Sánchez... cuando el presidente del Gobierno tenga a bien recibirle -ayer seguía sin contestar a la carta del titular de la Xunta pidiéndole audiencia-. Y Rueda, quizás en un alarde de optimismo, escuchadas las diatribas previas de sus interlocutores, no sintió como ellos que se hubiera perdido la tarde. Vio «coincidencias» y preocupaciones compartidas en los temas que expuso. Y en lo tocante a los temas prioritarios que pondrá sobre la mesa, eventualmente, en La Moncloa, se sintió validado. Aunque no plenamente, pero sí en parte, al menos en sanidad y fondos europeos. «Creo que tuve su apoyo», valoró. «En ningún momento me dijeron que no estuvieran de acuerdo con estos asuntos», insistió ante los medios. Formoso estaba citado a las 17.00 y fue puntual. Llegó sin corbata y con una carpeta roja. El encuentro duró una hora y veinte minutos. Nada más colocarse ante el micrófono, para valorar el cara a cara, disparó: «Constatamos claramente que hay una visión muy distinta de Galicia». La del PP, dijo, es de «resignación» e «inmovilismo»; la del PSdeG, de «esperanza» y «dinamismo». En el ámbito sanitario, que Formoso quería que protagonizara la cita, para colocar en letras mayúsculas el titular de «colapso», afirmó que le «decepciona sobremanera» que Rueda no hubiera asentido ante su propuesta de dedicar 140 millones en los Presupuestos de 2023 a reforzar la Atención Primaria, y recuperar un millar de profesionales. Él creía, clamó, que este tema «sería aceptado sin ningún tipo de cortapisa». «Hay puntos de desacuerdo importantes en ámbitos francamente esenciales», sintetizó. «Cada uno de nosotros tenemos un modelo de país». En todo momento trató Formoso de colocar el balón en el tejado de la Xunta: él acudió con unas propuestas, pero Rueda está en sus antípodas. Frente a la etiqueta de ‘sucursalista’, defendió que también son capaces de poner deberes al Estado, y quiso trasladar que en algunos ámbitos hubo «acercamientos» con el presidente. Pero incluso cuando dijo que pueden entenderse, como con los fondos Next Generation, acabó criticando a la Xunta, reclamando que arrime el hombro financieramente y no deje «escapar» proyectos tractores. E insistió en que el gobierno gallego deje de confrontar con el central y de echarle la culpa. «Galicia no puede estar en un ‘simpa’ permanente de confrontación con el Estado y (...) con los sectores necesitados», sentenció. El tono de Pontón fue más agrio y desencantado. Cuando se le preguntó si al menos el encuentro, de hora y media, había sido cordial, replicó que la cordialidad, con los servicios públicos. Arrancó diciendo que Rueda lo que quería era una «foto», y como Formoso, se ciñó al guion que había preparado: un Bloque que quería tratar temas ‘intramuros’ frente a un Rueda centrado en su encuentro con Sánchez. Es en «los asuntos de su competencia», de la Xunta, subrayó la líder del BNG, «donde podemos trabajar», pero no hay «voluntad» en un presidente «encastillado en su máxima de que lo hacen todo bien». Los «temas de país» que planteó Rueda, para llevarlos consensuados a La Moncloa, los rebajó a «generalidades». Que ni siquiera eran novedosos, afeó. Y que el BNG se anticipó a muchas de las cuestiones que ayer expuso el presidente de la Xunta, dijo. «Ya estamos defendiendo una gallega en Madrid», desdeñó. «En lo que depende de los demás es muy fácil» reclamar, redondeó sus críticas. Chocó que unos minutos después compareciera Rueda en una clave más benévola, celebrando no solo el diálogo, sino ciertos puntos de entendimiento: en sanidad, apreciaba que los tres, con sus diferencias, creen que el Gobierno ha de levantar el tapón administrativo y habilitar más plazas; en los fondos Next Generation -el viernes acude la vicepresidenta primera, Nadia Calviño-, agradeció el apoyo de Formoso a los proyectos gallegos y valoró que Pontón abogue por descentralizados; en la transferencia de competencias, resaltó el énfasis en la AP-9 compartido con el BNG, aunque lamentó el poco interés de la oposición por las infraestructuras. Lo que sus interlocutores habían pintado totalmente negro, Rueda lo vio más grisáceo. Quizás parte de la discrepancia se condensó en su reflexión sobre las «diferencias» entre adoptar medidas desde el gobierno y hacerlo desde fuera. El «baño de realidad», «el posibilismo y el realismo», comparados con proponer y pedir cosas «sin pensar si son posibles». Lo ejemplificó en Pontón: «Si no le doy la razón es porque creo que tiene planteamientos irrealizables». El presidente, fiel a su estilo, optó por ver la botella medio llena.

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