El lado más oscuro del deporte empieza a abrirse a la normalidad. Un enemigo silencioso que no se manifiesta en lesiones, quirófanos o prótesis, sino en trastornos, ansiedad y, en el peor de los casos, un diagnóstico de depresión. El asunto no es nuevo, pero en nuestro tiempo se ha verbalizado con un nombre, la salud mental. Naomi Osaka abandonó Roland Garros por el miedo a hablar en público, Simone Biles renunció a su porción de Juegos Olímpicos por el desgaste anímico, Andrés Iniesta confesó su infierno de soledad, Paula Badosa sintió la angustia por no cumplir las expectativas y este mes un campeón del ciclismo, Tom Dumoulin, ha anunciado su retirada cansado de no obtener rendimiento al sacrificio que... Ver Más
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