domingo, 26 de junio de 2022

Nadal se olvida del pie, empieza Wimbledon

Nada más terminar Roland Garros, se reía Rafael Nadal ante la posibilidad de enlazar otro Grand Slam más; un tercero, en Londres, que lo encaminara a un hito inexpugnable desde 1969 en el circuito masculino: los cuatro grandes en el mismo curso. «Ahora mismo sí, es una locura», aseguraba entre risas. Pero después de seis meses de parón levantó Australia, después de muchas más dificultades y pruebas para adormecer el pie, levantó París, y después de otro tratamiento para que el adormecimiento se prolongara para evitar pincharse en cada partido, el balear se pasea por la hierba de Londres con la determinación en el rostro. Y sin dolores. Es Londres, es verdad, una plaza que conquistó en 2008 y 2010 y que hace tres años que no pisa; pero también era Australia en enero, donde no había ganado desde 2009; y también era París, con muchas dudas. Y es Nadal. Tras morder su decimocuarto Roland Garros, el manacorense se trató el pie y viajó a Londres el lunes para probarse. Ha podido catar hasta la pista central, que siempre ha estado cerrada hasta el partido inaugural, pero que se abrió para el español y para Matteo Berrettini en este 2022. No hay señales de alarma en el pie y sí mucho optimismo: «Si estoy aquí es porque las cosas van bien. Estoy contento por cómo ha ido la situación. Puedo caminar normal la mayor parte de los días. Cuando me despierto no tengo ese dolor que me ha acompañado durante año y medio, así que solo puedo estar feliz. Y en los entrenamientos, en general han estado bien. Unos días mejor, otros peor, pero en las últimas dos semanas no he tenido ninguno de esos días horribles en los que no me podía mover en absoluto. Todo es positivo». Queda como anécdota un mal despertar de ojos el sábado, que lo obligó a terminar el entrenamiento con gafas de sol, en una imagen desacostumbrada en el mundo del tenis. Tiene ya marcado su camino de ruta, que comienza mañana martes 28 con Fernando Cerúndolo, argentino de 23 años y 42 del mundo. Para Nadal, 36 años y 4 del mundo, ese es el principal y único objetivo por el momento: un jugador inédito en su historial. No tiene referencias de choques previos y tampoco valen de mucho en un torneo tan singular como Wimbledon, más dado que ninguno a las sorpresas porque cuesta acostumbrarse a la superficie y la pelota no siempre acaba donde quiere uno. «No he jugado aquí en tres años y es siempre un reto. Comparado con otras superficies, aquí tienes menos control de lo que puede pasar. Aunque sabes que cuando entras a la pista puedes ganar y perder, es un poco menos predecible en la hierba», asume. Viene sin torneos previos y una victoria y una derrota en la exhibición de Hurlingham. De ahí que haya habido otro maratón de entrenamientos de doble sesión como ya pasara en París. «Hay menos margen para defenderte, así que solo puedes atacar, sin pensar demasiado». Se busca a sí mismo, a ese Nadal que, por ejemplo, firmó tres finales consecutivas (2006, 2007 y 2008, su primer título), o esas semifinales seguidas de 2018 y 2019, su último partido en Londres. «Después de tres años te olvidas de lo que funcionaba y lo que no, así que te tienes que ir descubriendo otra vez», analiza. Y aunque él se centre en el día a día, es inevitable observar que no será ni un estreno plácido ni un cuadro con margen. Le surgen como espinas más afiladas a Sam Querrey ya el segundo día, duro más por altura y saque que por nombre y títulos, pero esto es hierba y aquí todo es propicio para que el ranking rompa la lógica; más allá, un posible cruce con Marin Cilic, semifinalista en este pasado Roland Garros y otro que tiene un servicio que asusta, en octavos, y un completísimo Felix Auger-Aliassime que lo llevó hasta cinco sets en París -y le ganó en Hurlingham-, el menú hipotético en cuartos. Solo los que tiene alrededor saben valorar si es una locura o no ir preparando el cuerpo para ese posible enfrentamiento con Stefanos Tsitsipas o Matteo Berrettini en semifinales antes del duelo de los duelos, que esta vez sí sería con el premio final en juego, contra Novak Djokovic o Carlitos Alcaraz el próximo 10 de julio. Solo Nadal sabe si la locura puede entrar en su lógica. Alcaraz, sin problemas Si Nadal necesita revisitar su historial para reencontrar la mejor versión para la hierba, Alcaraz está obligado a inventarse un nuevo Carlitos para esta superficie. Se estrenó con victoria el año pasado antes de chocar con Daniil Medvedev, y tampoco ha tenido demasiado bagaje en este curso, apenas dos encuentros, dos derrotas, en Hurlingham, que no dan demasiadas pistas de cómo afrontará el 7 del mundo este tercer Grand Slam del año. Después de ganar en Río, Miami, Barcelona y Madrid, no quiere pensar en las expectativas que ha despertado en la gente y solo se centra en sí mismo, en aprender a manejarse en una superficie con truco para todos, pero sobre todo para los menos experimentados: «La parte más complicada es la movilidad, es lo que más me cuesta. Veo vídeos de Federer, Djokovic, Nadal y Murray para intentar copiar sus movimientos». Además, ese codo derecho comprimido en vendajes ha añadido dudas a su preparación, pero el murciano (19 años) ha querido eliminarlas por completo: «Ninguna molestia. Estamos adaptándonos a jugar con la protección del codo, que nunca había jugado con ella. De momento me está yendo bastante bien. Estoy jugando sin pensar en el codo. Estamos preparados al cien por cien. Ya dije que no había podido tener una buena preparación, pero siempre vengo a cada torneo pensando que soy capaz de hacer buenos resultados e incluso ganarlo. Creo que mi juego se puede adaptar bien a la hierba, por la agresividad, intentando subir a la red». Comienza hoy su estreno en Wimbledon, contra Jan-Lennard Struff (sobre las 15.30 horas, Movistar), y aunque no ha visto mucho más allá de ese primer obstáculo alemán, le asoman nombres de la talla de Fabio Fognini en segunda ronda, Jannik Sinner o John Isner para los octavos o incluso Djokovic en cuartos de final. Hoy también debutan Andújar, Ramos, Davidovich, Taberner, Verdasco, Munar y Carreño. Novak Djokovic - AFP Djokovic, con el US Open en el aire, se aferra a su oportunidad en Londres Novak Djokovic se aferra a la nueva tradición que ha impuesto en los últimos años y busca su cuarto título consecutivo, su séptimo en total. No pierde en Wimbledon desde que se retirara en cuartos de final contra Tomas Berdych en 2017 y son 21 victorias que incluyen hasta una Copa de 2019 tras levantar dos bolas de partido. «No he jugado torneos previos, pero me ha pasado otras veces y me he adaptado bien». Estrena hoy la pista central contra Soonwoo Kwon (14.30 horas) y quiere pisarla hasta el final. Por lo que pueda pasar en el US Open: «Por el momento, no puedo viajar Estados Unidos -por no estar vacunado-, así que esto me da una motivación extra para hacerlo bien aquí», aseguró el 3 del mundo.

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