viernes, 3 de junio de 2022

Casper Ruud se cita con su ídolo Nadal en la final de París

A una sobremesa con el corazón encogido por la lesión de Alexander Zverev, se une una tarde-noche con más sorpresas, parado el encuentro entre Marin Cilic y Casper Ruud durante diez minutos porque salta a la pista una espontánea que se ata con una brida a la red y con una camiseta con mensaje reivindicativo. Un susto que la organización prefirió solucionar de la manera más pacífica posible, pero enviando a los jugadores a los vestuarios. Apesar de la interrupción, Ruud no se desvió de la ruta y consigue una de las victorias más importantes de su carrera, su primera final de Grand Slam con un juego potente y mucha ilusión. Bate a Marin Cilic en ese segundo partido de choque de generaciones en el que el croata, 33 años, se puso por delante gracias a su mayor experiencia y a ese saque potente desde su 1’98 de altura. Pero no le bastó para un nuevo talento con muchísimos recursos para frenar potencia e imponer mano suave. Así fue envolviendo al croata en dudas y en golpes que lo obligaban a bajar esas piernas que tanto le cuesta encoger y volver a estirar. Con un saque directo firmó el pase a la final, después de dos horas y 55 minutos, algo menos que los dos sets que se habían disputado en la primera semifinal entre Nadal y Zverev. Ruud, 23 años y 8 del mundo, avanza en París con desparpajo, haciendo su propio camino, con triunfos sobre veteranos como Jo-Wilfried Tsonga, que se despidió del tenis tras ese partido (6-7 (6), 7-6 (4), 6-2 y 7-6 (0)), desconocidos como el finlandés Emil Ruusuvuori (6-3, 6-4 y 6-3), consolidados como Hubert Hurkacz (6-2, 6-3, 3-6 y 6-3) o adolescentes como Holger Rune (6-1, 4-6, 7-6 (2) y 6-3). Ahora le llega el reto de los retos: Nadal en París. Se conocen de sobra, pues el noruego perfiló su tenis en la Academia del balear en Manacor, con entrenamientos conjuntos, y allí es donde se refugia en las temporadas de tierra. También se conocen, y muy bien, fuera de la pista, pues han compartido partidos de golf. Ruud ya sabe cómo se las gasta el español, pues confesó que mientras él se lo toma como un juego, para Nadal todo es competición. Nunca le ha ganado al golf. «De pequeño lloraba mucho, pero me fijé en Nadal y quise aprender de él, poque no se rinde nunca y tampoco se queja nunca», admitía el noruego. En la pista de tenis todavía no se han enfrentado, pero hay máximo respeto entre uno y otro. «Es uno de mis ídolos», lanzaba el noruego. «Es un amigo, tiene una gran familia, es profesional tiene muy buena actitud para aprender y es humilde», respondía Nadal, quien valoraba su proyección en estos dos últimos años. Tiene ocho títulos, aunque sean de la categoría pequeña de la ATP:Buenos Aires (2020), Génova, Bastad, Gstaad, Kitzbuhel, San Diego (2021) y Buenos Aires y Génova (2022). Dirige sus pasos su padre Christian, que también fue tenista y llegó a ser 39 del mundo. Pero es el chaval el que está imponiendo su nombre en mejores logros. Alegría para Noruega, que luce en París bandera y orgullo porque tiene a uno de los suyos en la final.

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