martes, 1 de diciembre de 2020

La luz de la pintura de Paula Varona deslumbra en El Retiro

Dice Juan Manuel de Prada que «a los grandes pintores se les reconoce porque saben pintar la luz. La luz es un estado del alma; y sólo puede pintar la luz el pintor capaz de desnudar su alma y exponerla en el lienzo. En la pintura de Paula Varona, como en la oda de fray Luis, el aire se serena y viste de hermosura y luz no usada, una luz que tiene la palpitación de su alma; y quien se asoma a sus cuadros se siente invadido por esa luz, conquistado por ella, salvado por ella, metido en sus adentros, donde encuentra una clarividencia nueva con la que puede volver a bautizar el mundo». Son palabras incluidas en el texto que el autor y columnista de ABC escribe en el catálogo de la exposición «Paula Varona. Los caminos de la mirada», que hoy se inaugura en Casa de Vacas del Parque del Retiro (Paseo de Colombia, 1). La muestra, comisariada por Carla Luelmo, reúne, hasta el 27 de diciembre (de lunes a domingo, de 10 a 21 horas), 50 óleos en los que la artista aborda dos de los temas recurrentes en su producción. Por un lado, los museos. Por otro, la ciudad. En cuanto a los primeros, inmortaliza algunos de los espacios más visitados del Prado: la sala XII, sancta sanctorum de la pinacoteca, dedicada a Velázquez y presidida por «Las Meninas»; la sala del Bosco, que acaba de ser remozada y donde se exhibe su espléndido «Jardín de las Delicias»; o el espacio donde cuelgan «Las Majas», de Goya, admiradas por dos mujeres: una vestida y otra desnuda, como las propias Majas goyescas, en un juego de dobles miradas. «Paula Varona –dice De Prada– entra en los museos, que siempre se nos habían presentado como catedrales del arte, para convertirlos en bulevares por los que pulula la vida, para desmuseizarlos, para descatedralizarlos, para secularizarlos y a la vez investirlos de una nueva cualidad sagrada». Museos y ciudades «Loewe’s way» (2010), de Paula VaronaPero, además del Prado, Paula Varona también «retrata» otros grandes museos tanto españoles como internacionales: el Guggenheim de Bilbao, con la retorcida arquitectura de Frank Gehry (su impresionante atrio, la sala donde serpentean las espirales de acero de Richard Serra, «La materia del tiempo»); la maravillosa rampa ondulante del Guggenheim de Nueva York, creado por Frank Lloyd Wright; la monumental Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres, obra de Hergoz & De Meuron... Hay en los lienzos de Paula Varona claras evocaciones pictóricas: David Hockney y sus piscinas californianas, la tertulia del Café de Pombo, recreada por Solana; las constelaciones de Miró, los hieráticos retratos de Piero della Francesca, la espiritual abstracción de Rothko y Pollock... Junto a los museos, las ciudades. Ha pintado Varona los paisajes urbanos de metrópolis fascinantes como Lisboa, La Habana, Nueva York, Barcelona... En este caso, la exposición se centra en Madrid, donde la artista vive y trabaja actualmente. Se asoman entre sus lienzos la Gran Vía, la Castellana, el Parque del Retiro... Inmortaliza los edificios más emblemáticos de la capital, vistos tanto desde sus calles como desde sus azoteas: de día y de noche, con sol y con nieve... Y, a modo de epílogo, cierra la exposición «Cíclope del Caribe». Para esta malagueña, el mar tiene una gran importancia. Sus marinas nos transportan al Mediterráneo de su niñez. «Una pintora moderna con alma clásica». Así definió el desaparecido Francisco Calvo Serraller a Paula Varona (Málaga, 1963), quien cursó estudios de arte en la prestigiosa Saint Martins School of Art en Londres. Tras pasar una temporada en Japón y en Estados Unidos, regresó a España en 1989. Ha celebrado numerosas exposiciones tanto en España como en el extranjero, recibiendo el reconocimiento internacional por parte de público y crítica.

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