miércoles, 2 de diciembre de 2020

Campazzo y la tradición migratoria de las estrellas del Madrid

Campazzo estaba un poco desorientado. Deambulaba el argentino rodeado por cámaras por el parking del Pepsi Center, hogar de los Denver Nuggets, equipo que acogerá al cordobés en su nueva etapa en la NBA. «Estoy ansioso, emocionado, nervioso y con medio», explicaba el jugador, que ya había visto el que será su lienzo, el parquet de la franquicia de Colorado, entre saltos y risas nerviosas. Lo cierto es que el base ha seguido la estela de Nikola Mirotic, Sergio Rodríguez, Luka Doncic, estrellas del Real Madrid en la última década, al triunfar en el equipo bajo las órdenes de Pablo Laso para luego saltar el charco e intentar el más difícil todavía: hacerse un hueco en la mejor liga de baloncesto del mundo. El equipo de la capital, mientras sus referentes emigraban, solo ha sabido ganar. Nikola Mirotic, hoy convertido en enemigo crepuscular al militar en el Barça de Jasikevicius, llegó a Madrid con 14 años, donde se convirtió en un «chico de la casa» al quemar etapas rápidamente entra filiales y cesiones, de ahí que ahora el dolor por verle de blaugrana sea doble. El ala pívot, exmontenegrino al tener que renunciar a su nacionalidad para jugar con España, fue el temor en la cancha, sobre todo en sus últimos años de blanco, donde lideró al Real Madrid y con el que ganó una ACB, dos Copas del Rey y dos Supercopas antes de iniciar la fuga hacia la NBA en 2014. El equipo se repuso a la pérdida y consiguió el triplete a la temporada siguiente. Compañero del eslavo era Sergio Rodríguez, «El Chacho» para los aficionados, «Mojo Picón» para Andrés Montes. El talentoso base, que ya había jugado en la NBA con escaso éxito, se reafirmó en el equipo de la capital, director desde el banquillo, porque Laso prefería no sacarle de titular. El partido no empezaba hasta que el canario no se quitaba el chándal. Levantó trofeos y se convirtió en uno de los jugadores más determinantes de Europa, pero con una espina clavada, lo que le llevó de vuelta a Norteamérica, concretamente a la ciudad del amor fraterno, Filadelfia, donde ganó en relevancia pero no en la cancha. Volvió en 2018, de la mano del CSKA, y de fraterno tuvo poco, más bien de fraticida, porque con los rusos eliminó al Real Madrid en las semifinales de la Euroliga, cuya copa acabaría alzando. Mientras los Sergios y los Nikolas se disputaban la gloria, asomaba entre los noveles de la cantera un joven esloveno con cara de crío travieso. Hoy tatuado pero con el mismo gesto pícaro, Luka Doncic se ha convertido en uno de los mejores jugadores del planeta en los Dallas Mavericks. Tanto que a falta de confirmación oficial la NBA ha reservado el plato fuerte de la jornada de Navidad para enfrentar a Doncic contra LeBron y los Lakers campeones. En el Real Madrid, el del este de Europa ganó todo con el equipo y para su propia persona, MVP de la máxima competición europea en 2018 con solo 19 años, unos meses antes de marcharse a Texas. Temida era su «fuga», porque un talento tan absoluto y precoz no se había visto desde hace décadas. Pero en esa plantilla ya militaba Campazzo, último de esa estirpe de elegidos, que ensalzaron a un club hasta sus máximos para luego abandonar el barco, de forma amistosa y con «clausulazo», y buscar nuevas aventuras. Mientras, poco cambia en el Madrid de Laso, que ha hecho de la victoria una regularidad.

De Deportes https://ift.tt/2I1PCI2

0 comentarios:

Publicar un comentario