
La semana pasada se produjeron dos hechos que, aunque sean independientes, se comprenden mejor juntos que tomados uno a uno. El miércoles 7, Pedro Sánchez presentó su Plan de Recuperación a los empresarios del IBEX y a los embajadores de la UE. El Plan no había por donde cogerlo, y para colmo el presidente hizo esperar cincuenta minutos a sus invitados. Esto es raro. Dejémoslo así. Más sorprendente todavía: Sánchez, asesorado con seguridad por Iván Redondo, tuvo la ocurrencia de adornar su alocución con el «Himno a la alegría» de Beethoven. No es difícil imaginar el contenido de los despachos que los 27 embajadores han enviado a sus respectivas cancillerías. Segunda vuelta. El «Neue Zürcher Zeitung», un diario suizo...
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