Setenta y cinco días después de que el sueño volara en Lisboa, otra vez Lisboa, el Atlético de Madrid recibe al Salzburgo, el hermano mayor del rival que el 13 de agosto se convirtió en verdugo de los rojiblancos en los cuartos de final de la Champions League. Al igual que el Leipzig, este club austriaco es propiedad de Red Bull, la marca de bebidas energéticas que en los últimos años no para de crecer en el mundo del fútbol a través de sus equipos. La compañía fundada por Dietrich Mateschitz a finales del pasado siglo cuenta ya con cuatro conjuntos bajo su paraguas y en sus planes figura continuar con esa expansión en países con ligas tan poderosas como Inglaterra o España. El Salzburgo amenaza hoy a Simeone y sus jugadores, obligados a la victoria tras ser goleados por el Bayern la pasada semana en la primera jornada de la fase de grupos. Red Bull se introdujo en el deporte como patrocinador de pruebas de riesgo que generaban imágenes más vinculadas al conocidísimo lema de la empresa: «Red Bull te da alas». Surf, saltos acrobáticos, motocross o skate empezaron siendo el principal escaparate de esta bebida energética, la más vendida en el mundo, hasta que Mateschitz apostó por buscar el negocio en otros deportes más mediáticos. Hockey sobre hielo y la Fórmula 1, especialmente, se mantuvieron como principal caladero antes de que el empresario austríaco de origen croata diera un nuevo giro a su estrategia al apostar decididamente también por el fútbol. Salzburgo fue su primer destino. Doble baza para un sueño A sus 76 años, la Champions continúa siendo el gran deseo, el sueño prohibido, que le queda por cumplir en esta vida a Mateschitz. Disfruta de una doble baza con el Leipzig, semifinalista de la última edición, y el Salzburgo, sus dos clubes en Europa, aunque también es dueño del New York Red Bulls (EE.UU.) y del Red Bull Bragantino (Brasil), que en 2019 se convirtió, por el momento, en su última adquisición. En los últimos meses, el Valencia ha aparecido en el radar del multimillonario, una de las grandes fortunas del planeta. Los equipos de Mateschitz lucen los mismos colores y escudo, aunque con pequeñas diferencias. La trayectoria de Red Bull en el fútbol comenzó en 2005 con la compra del histórico Austria Salzburgo, que fue inmediatamente renombrado. Una operación que no gustó a parte de una hinchada que acabó bajándose del barco para fundar un nuevo club y empezar de cero en regional. La inyección económica en el RB Salzburgo derivó en una sucesión de títulos que ha convertido a este equipo en el gran estandarte austriaco: de las tres ligas conquistadas antes de la entrada de la compañía de bebidas energéticas ha pasado a lucir 14 en sus vitrinas, las siete últimas levantadas de manera consecutiva. El español Jonathan Soriano triunfó como goleador en la mayoría de esos éxitos. El ciclo de compras de equipos llevó en 2009 a la adquisición de un modesto de la quinta división alemana, el SSV Marktrasadt, que la empresa de bebidas convirtió en RB Leipzig, su último tentáculo futbolístico, al menos de momento. Como ocurrió en Austria, la contestación social contra la filosofía de entender el fútbol como simple negocio no ha dejado de acompañar a Red Bull en Alemania. Para evitar sanciones y poder coincidir con el Leipzig en las competiciones de la UEFA, Red Bull abandonó, teóricamente, el accionariado de Salzburgo para convertirse en patrocinador. Sin embargo, la colaboración entre ambas franquicias es más que fluida y la pasarela de jugadores de un equipo a otro, también. El Leipzig cuenta ahora con varios jugadores, entre ellos el francés Upamecano, llegados desde el Salzburgo, un rival ante el que el Atlético de Madrid no debe confiarse.
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