domingo, 25 de octubre de 2020

Musa Bah (inmigrante): «Aún tengo miedo y no me quito el mar de la cabeza»

«Aún tengo miedo y sigo sin poder quitarme el mar de la cabeza». Son las palabras de Musa Bah, un gambiano de 37 años llegado a la isla de Gran Canaria hace un mes después de una travesía de 19 días en el Atlántico junto a otros trece compañeros. «Es muy duro el viaje, pero aquí en la isla nos están tratando muy bien», continúa en su relato a ABC antes de añadir que «cualquier cosa que nos ofrezcan ya es mejor que lo que teníamos en Gambia». Su compañero de patera, Amadou Sarr, sigue los pasos de su padre fallecido hace tres años, quien fuera emigrante y llegara a Canarias en la crisis de los cayucos en 2006. «He dejado a mi mujer y a mi hija de 15 años allí», cuenta con cierta melancolía mientras enseña fotos de ellas en su teléfono móvil, «y vengo a España en busca de trabajo, a poder ser, relacionado con el mar», pues Sarr es pescador y esa era su función en la embarcación durante las casi tres semanas que estuvieron en el océano. «Tenemos tres meses para conseguir la carta de liberación o un empleo y después del viaje y lo que hemos vivido me parece poco tiempo» «Mi padre consiguió ser pescador en Cartagena, pero no me importaría quedarme en Canarias o que me mandaran a Madrid, Barcelona o Sevilla», proseguía Amadou que, tras ser preguntado si tenía en mente continuar viaje a otro país como Francia, pues no habla nada de castellano, admitió querer quedarse en España: «Es mejor opción». Sin embargo, su compañero Musa se mostró intranquilo ante el «poco tiempo» que tienen para encontrar trabajo. «Tenemos tres meses para conseguir la carta de liberación o un empleo, y después de la fatiga del viaje y lo que hemos vivido, me parece poco tiempo», añadió. «A pesar de estar en un hotel y estar bien atendidos, estar aquí es más difícil de lo que parece», sentenció Bah. Como ellos, otros 2.968 inmigrantes han llegado a las costas canarias en los últimos ocho días -los mismos que en todo 2019- lo que eleva la cifra de este año a los 10.935 a falta de dos meses para cerrar el curso. Pasear durante estas semanas por el Muelle de Arguineguín es desolador. Más de 1.400 migrantes duermen en el suelo en carpas instaladas por la Cruz Roja, que ha movilizado a voluntarios de otros lugares para reforzar a los equipos que allí trabajan. En cuanto a la continua llegada de embarcaciones al muelle, el responsable de Inmigración de Cruz Roja en Canarias, José Antonio Rodríguez Verona, declaró que el muelle «tiene las dimensiones y capacidad que tiene», aunque asegura que los trabajadores y voluntarios están desempeñando su tarea «muy bien y con mucha tranquilidad». A la otra escollera del muelle de Arguineguín se acercan vecinos cuando, según la aplicación móvil del tráfico marítimo, ven que la Salvamar Menkalinan -la embarcación de Salvamento encargada de recoger a los náufragos- se aproxima a la isla para ver llegar a los nuevos rescatados como si de un pasatiempo se tratara. José M., marinero del pueblo y miembro de la asociación de vecinos que tiene organizada una manifestación para el próximo día 31 de octubre en contra del abandono del Gobierno, se mostraba preocupado ante la masiva llegada de las últimas semanas. «Es un abuso que el Gobierno deniegue los espacios militares para alojarlos y les ponga hoteles aquí», comentó a este periódico. En hoteles «Los canarios también fuimos emigrantes cuando la guerra, pero fuimos a América a hacer facturas, no a que nos mantuvieran. Recogíamos café y algodón, no nos ponían hoteles para ir de vacaciones», arremetió de manera crítica este ciudadano. «Los canarios también fuimos emigrantes cuando la guerra, pero nosotros fuimos a América a hacer facturas, no a que nos mantuvieran» En la misma línea se posicionó David, vecino de Arguineguín, quien manifestaba que, tras el levantamiento del veto turístico por parte de Alemania y Reino Unido, «¿quién se cree que los turoperadores vayan a traer a los turistas a estos hoteles?». No obstante, Calvin, un británico que es director de uno de los hoteles que están alojando a los inmigrantes no ve «ningún problema» con esta situación. «La temporada alta del turismo británico es en verano, no ahora», matizó. «Tenemos habitaciones suficientes para albergar a unos y a otros», explicó a ABC indicando que se espera que lleguen unos diez mil británicos que serán repartidos en hoteles de toda la isla en temporada alta. «Tenemos hospedadas familias de todo tipo, incluso un niño de 13 años sin padres», proseguía antes de indicar, refiriéndose a los inmigrantes, que «en seis semanas que llevan aquí no han dado ningún tipo de problema». «Paseo y ceno con mi hija pequeña aquí al lado y ellos se quedan tranquilos en el hotel. Estoy encantado, podría trabajar con ellos toda mi vida», concluyó el empresario. «Como Lampedusa» Sin embargo, el drama migratorio se vive con cierta frustración desde las administraciones. El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales Méndez, denuncia que «Europa ha diseñado una estrategia para impedir el acceso al continente europeo de las personas que emigran desde el continente africano. Lo que está sucediendo en Canarias no es fruto de la casualidad y el Gobierno de España no está alzando la voz contra esta estrategia». «Nos negamos tajantemente a que nos convirtamos en una isla-cárcel que reproduzca el modelo de hacinamiento y de quiebra de los derechos humanos como Lampedusa o Lesbos», continuó Morales. Del mismo modo, el presidente del Cabildo indicó que, vista la situación actual, «es de una urgencia clamorosa la necesidad de una dirección única por parte del Gobierno de España ante los cuatro ministerios implicados: Migraciones, Interior, Defensa y Política Exterior». Que otras regiones colaboren En el momento álgido de la crisis migratoria en el archipiélago, el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales Méndez, «ha insistido «en reclamar derivaciones inmediatas a la península para que otras comunidades que no son receptoras de personas migrantes asuman solidariamente una parte de los flujos». «El Estado dispone en estos momentos de miles de plazas libres en la península en condiciones de poder hacerlo, puesto que más de un 60% de las plazas disponibles en territorio peninsular se encuentran desocupadas», propuso Morales como medida para darle salida a los cientos de inmigrantes hacinados en el muelle de Arguineguín, una situación que «exige con rotundidad» que «llegue a su fin».

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