Hace casi cuatro años se presentaba en sociedad un proyecto singular dentro del sector cinegético. Era la fundación Artemisan, que entonces aspiraba a transformar la forma de defender la actividad cinegética. Se trataba, decíamos entonces, de trabajar sobre la investigación, la defensa jurídica y la comunicación, tres pilares fundamentales a los que históricamente no se había prestado la suficiente atención. Dicho de otra forma, se trataba de cambiar las reglas de un juego que estábamos perdiendo, en el que eran otros los únicos que hablaban en los grandes medios, eran otros los que decían a través de la pseudociencia lo que era la caza y eran otros los que inundaban los juzgados con recursos y denuncias ante los que poco o nada podíamos hacer como colectivo. Han pasado casi cuatro años, y hoy podemos decir con orgullo que la aparición de la fundación Artemisan en este complejo escenario ha cambiado, esperemos que para siempre, la forma de defender y de explicar la caza. Y es que ahora, por fin, el colectivo de la caza es capaz de impulsar y generar la creación de un conocimiento que por su rigor técnico y científico es valorado y aceptado por las Administraciones. Y ahora, por fin, el mundo de la caza es consciente de la necesidad –no la oportunidad, sino la necesidad– de establecer la Comunicación como uno de sus ejes prioritarios de trabajo. Evidentemente, esto no es solo mérito de la fundación Artemisan. Artemisan se ha convertido en una herramienta al servicio de las principales entidades del sector, y es el trabajo conjunto de todas ellas –desde la Real Federación Española de Caza a Mutuasport pasando por las federaciones autonómicas de caza y por numerosas organizaciones de todo tipo– el que ha hecho posible que hoy seamos capaces de mirar al futuro con un optimismo asentado sobre las bases del trabajo realizado y sobre todo lo que tenemos en marcha. Informes e investigación El sector cinegético ha tomado la iniciativa con informes como el de impacto socioeconómico de la caza y con proyectos para la recuperación de especies como la codorniz, la tórtola y la perdiz roja. También se han lanzado innumerables proyectos de investigación, y está en marcha la que debe ser la gran apuesta de los cazadores en los próximos años: el Observatorio Cinegético. Todo ello con el rigor científico como base, hasta el punto de que hoy las administraciones tienen en cuenta los informes y documentos que generamos a la hora de abordar nuevas normativas. Al mismo tiempo, se han frenado numerosos ataques que llegaban contra la actividad por vía judicial, e incluso se han asestado duros golpes al movimiento animalista. Y en materia de comunicación se ha empezado a trabajar con algunos de los grandes medios de comunicación generalistas (Antena 3, ABC, El Mundo, La Razón, Europa Press…) con unos resultados que, aunque lentos y complejos, comienzan a visualizarse en el día a día. Hoy el sector de la caza ha logrado darle la vuelta a un tablero en el que era apenas poco más de un observador. Hoy estamos jugando y marcando las normas. Participando en todo aquello que nos afecta… luchando por nuestro presente y por nuestro futuro. Lo más importante en estos casi cuatro años es ese cambio de paradigma que se está empezando a percibir y que debemos completar cuanto antes. Porque es una sociedad urbana y alejada de la caza y del mundo rural la que toma las decisiones que afectan a nuestro futuro, y es a esa sociedad en general indiferente a la que tenemos que llegar con mensajes claros y rigurosos. Es a ellos a los que tenemos que explicar qué es y qué supone la caza sin dejarnos distraer por ruidos y alharacas. El sector de la caza ha iniciado un camino de cambio y de modernización que no tiene marcha atrás y en el que la fundación Artemisan, con el apoyo de sus patronos y de sus benefactores, quiere continuar siendo protagonista.
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