No se me ocurriría ni por asomo, válgame el cielo, enmendar la plana a los comentaristas y tertulianos que ya se han manifestado sin ambigüedades contra la burricie que al cuadrúpedo trote, ha ido extendiéndose cual pandemia universal contra estatuas como las de Cristóbal Colón, Miguel de Cervantes, Isabel la Católica o fray Junípero Serra, en varias ciudades estadounidenses pero también en alguna española. Históricos personajes cuyo recuerdo en bronce, ahora pintarrajeado o derribado de sus pedestales, es hollado por quienes exhiben título de patente de idiota en grado superlativo. Que también se haya hecho destinatario de esas fobias a nuestro don Miguel de Cervantes Saavedra viene a demostrar la catadura de estos ignaros cafres alentados por cerriles pulsiones como las que se manifestaron también contra la presencia y a favor de su derribo de la estatua de Colón en Barcelona. Tal es su bárbaro y enciclopédico desconocimiento de la historia que hasta la todavía alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha quedado bastante apañadita en la defensa que ha hecho del monumento que la ciudad condal levantó en 1888 como homenaje al Almirante de la Mar Océana. No he tenido conocimiento de que en defensa de algunos de los injuriados, llámese Colón o Cervantes, ninguno de los inspiradores y directivos del Institut Nova Historia, con Jordi Bilbeny y Albert Codines en cabeza, hayan dicho nada a favor de ambos personajes pese a que estos mismos individuos convirtieron a los injuriados como catalanes de nuevo cuño. Y grandísima coña, añado. Ataques sufridos a manos, pies y muy posiblemente también pezuñas de las acémilas que los perpetraron, pero que no me parecen más graves ni atentatorios que las agresiones sufridas a manos de Jordi Bilbeny y Albert Codines al tergiversar hasta lo irreconocible sus biografías hasta el punto de hacerles catalanes por la loquinaria fuerza de su desquiciamiento. Por obra y desgracia de esos mequetrefes con ínfulas de historiadores que los independistas aplauden, vitorean y subvencionan, desde el cleptómano Pujol al inhabilitado Torra pero que ahí sigue, Colón y Cervantes han sido vampirizados y sus vidas destrozadas, mutiladas y trastornadas. A Colón lo convierten en barcelonés mientras que a Cervantes lo hacen pasar como nacido en Xixona (de ahí que sea considerado también como catalán vía paísos catalans). El lector ponderará cual de las agresiones sufridas por Cervantes y Colón le resulta más insufrible por indecente y fraudulenta. Bilbeny es de los que defiende, entre otros no menos dipsómanos disparates ya publicados en su obra «La descoberta catalana d'Amèrica. Una reflexió sobre la manipulació de la Història», que además de Cristóbal Colón y Cervantes también fueron en catalanes Nicolás Copérnico, Erasmo de Rotterdam, Teresa de Jesús, Calderón de la Barca y hasta William Shakespeare y un largo etcétera que llega hasta el imperio romano, faltaría mas. Imagen de las pintadas en la estatua de Cervantes en California - REUTERS De don Miguel de Cervantes asegura que su verdadero y originario apellido era Sirvent, pero que la malicia española no sólo acabó modificándolo hasta Cervantes, sino que incluso su inmortal obra Don Quijote de la Mancha, fue escrita originariamente en catalán y traducida al español por los abyectos castellanos que no dudaron en usurpar el más importante monumento de la literatura universal. Viendo escarnecida y pintarrajeada la figura de don Miguel de Cervantes en el Golden Gate Park de San Francisco, al que además se le moteja de bastardo, no he podido por menos que sentir tanta indignación como lástima. ¿Cómo es posible que especímenes con apariencia humana puedan llegar a tal nivel de desconocimiento de la figura y obra del autor del Quijote para cometer semejante atropello? Me lo pregunto y no encuentro racional respuesta. Si una ministra como Irene Montero, responde al ser interpelada por los ataques que “más que debatir sobre las estatuas, tenemos que mirar críticamente nuestro pasado”, no deberían sorprendernos tampoco propuestas como la de Sonia Vivas, paisana de Fray Junípero Serra, cuya estatua propugna que sea retirada «pacíficamente». Para esta concejal de Justicia Social, Feminismo y LGTBI del Ayuntamiento de Palma, «las ciudades hablan mediante los nombres de sus calles, monumentos y estatuas. Cuentan una historia política de élites y oligarquías». Cuando se alcanza tal nivel de estulticia como el demostrado por la señora Vives, ¿qué se puede esperar de una masa borreguil, inculta, ágrafa, indocumentada y asilvestrada que desprecia cuanto ignora que es todo?
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