sábado, 27 de junio de 2020

El Congreso homenajea a las víctimas de ETA con Bildu sentado en primera fila

Algo no está en su sitio cuando el día del año en que el Congreso homenajea solemnemente a las víctimas del terrorismo, los que defienden a los pistoleros de ETA estén sentandos dentro de la Cámara en primera fila y los familiares de los muertos, en la calle. La reflexión la hacía la portavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, a la vista este sábado de un acto institucional del que la AVT, la asociación mayoritaria de víctimas se ausentó en protesta por el acercamiento del Gobierno a Bildu, mientras en la primera fila del hemiciclo se sentaba el portavoz de los pro etarras, Jon Iñárritu, en una muestra más de que su formación es ya una de tantas en el Parlamento por la gracia que les está brindando la coalición PSOE-Podemos. El año pasado, los abertzales apenas se atrevieron a asomarse al salón de plenos para que se les viera durante el minuto de silencio. De eso, del espanto por la normalización de los que nunca han condenado los crímenes terroristas fue ayer la ceremonia, que celebraba su décima edición. En nombre de las víctimas, tomó la palabra la número dos de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Ángeles Pedraza -no pudo estar la presidenta, María del Mar Blanco, que acaba de enterrar a sus padres- y lo hizo con un discurso amargo, en el que preguntó en voz alta a sus «señorías, representantes políticos y autoridades» si «han podido olvidar tanto dolor y tan rápidamente». La aritmética como coartada «Su estrategia de minimizar, justificar y blanquear solo persigue lograr de una y otra forma, la impunidad de los asesinos», acusó aludiendo al Ejecutivo, aunque sin nombrarlo directamente, al que recordó también que «la aritmética parlamentaria» que permanentemente les obliga a buscar aliados, no puede ser la «coartada» para disculpar a «quienes aterrorizaron nuestro país durante décadas». «No cierren los ojos, no miren hacia otro lado», rogó la portavoz, «les pido que no reconozcan como actor político a aquellos que están en la Cámara sin condenar los atentados que tanto dolor han infringido y que siguen consierando que la violencia terrorista tuvo justificación». Apenas unos 60 escaños, -menos de una sexta parte del hemiciclo, muy por debajo de lo que toleran las reglas post covid-, estaban ocupados este sábado, primero del desconfinamiento en la Comunidad de Madrid. Los diputados hicieron suya con aplausos en pie la intervención de las víctimas, a excepción del portavoz del PNV, Aitor Esteban, que un año más aplaudió con desgana y sentado. El representante de Bildu ni se levantó ni aplaudió, como tampoco lo hizo el nada desdeñable grupo de parlamentarios presentes de Podemos, los socios del Gobierno de Pedro Sánchez, que no dieron la mínima muestra de empatía con lo que acababan de escuchar. Del Ejecutivo, en otros tiempos muy representado en este homenaje emblemático, acudieron los ministros del Interior, Fernando Grande-Marlaska; Asuntos Exteriores, Arancha González; de Defensa, Margarita Robles; Justicia, Manuel Campo y de Cultura José Manuel Rodríguez. Ninguno de Podemos. Junto a ellos, asistieron otros altos representantes como el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, Miguel Ángel Villarroya, o el director general de la Policía Nacional, Francisco Pardo. Ante ellos, Ángeles Pedraza expresó lo que ayer resultaba obvio: que llegado este momento político en que presencian «un intento macabro de equilibrar el sufrimiento de las víctimas con el de los asesinos», ayer solo comparecieron para que se les oyera, puesto que entienden que su sitio no está en el Congreso compartiendo eventos con Bildu, sino fuera. Así siempre lo vieron el Colectivo de Victimas del Terrorismo (Covite) y la asociación Dignidad y Justicia, que nunca han aceptado la invitación para acudir a esta ceremonia. Aliado de gobierno En sintonía con ese lamento que se hizo oir dentro, la AVT subrayó en su convocatoria paralela frente a la puerta de los leones que no volverán a la Cámara Baja a celebrar este acto de recuerdo en tanto no se «aísle políticamente a los que siguen justificando que matar en algún momento estuvo bien». «EH Bildu no puede ser tratado como un interlocutor político más, y mucho menos como aliado de gobierno, hasta que no condenen la violencia de ETA y admitan que no tuvo ninguna justificación», reiteraba su presidenta, Maite Araluce. Les acompañaron en este acto alternativo Álvarez de Toledo -que estuvo con la AVT antes y después de la ceremonia institucional- , Edmundo Bal y Miguel Gutiérrez de Ciudadanos o Rocío Monasterio, portavoz en la Asamblea de Madrid de Vox, que renunció a formar parte del homenaje en la Cámara como ya hiciera en 2019. Al margen de los tratos de Pedro Sánchez con Bildu, pacto para tumbar la reforma laboral mediante, o los gestos que está habiendo con el jefe de los radicales, Arnaldo Otegui, una de la figuras que más escozor ha provocado entre las víctimas recientemente ha sido la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, gracias a quien en el diario de sesiones quedará reflejado que en España existen «presas políticas vascas», como definió una diputada batasuna. Ayer dijo que, con la exclusión de «quien defiende la violencia», «las Cortes reconocen y dan voz a todas las opciones políticas, de acuerdo con el apoyo que generan en la sociedad».

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