Bajo la calor, en el Madrid difuso, vamos dejándonos muchas cosas atrás. Este rodríguez pandémico que es uno, el arribafirmante, ve las largas colas en los miradores de la ciudad chata, y la muchachada cree que eso de subirse a una terraza y oler el cloro de una piscina en la que no se remojarán es la felicidad. Mejor eso que los botellones guarros en las trochas del Parque del Oeste, nuestro Paseo Marítimo más a mano, y donde a veces paseamos –como Machado– nuestras melancolías. Pero digo que con el calor van pasando también cosas en la puñetera rue y que confirman que en efecto Luis García Berlanga está más vivo que nunca. Y no porque aún haya carteles... Ver MásDe España https://ift.tt/3itD4HO
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