
«Es Rafa Nadal, es Roland Garros, es la Philippe Chatrier…», deja en suspenso la frase Carlos Moyà para rematar con un «confiamos plenamente en Rafa». Habla de su pupilo, que se ha entrenado una hora bajo el sofocante calor del París más veraniego, dejadas, cortados, aplausos cuando la pelota golpeaba en el bote situado a media pista, casi pelotazo a Moyà, bromas y cierta relajación en el ambiente porque ya está todo en su sitio: mano, cuerpo, cabeza, ambición. Nada que ver con las palizas de principio del torneo, dobles sesiones mañana y tarde porque se había llegado muy bien de Roma, un punto de inflexión en la gira de tierra, pero había que acondicionarlo todo para este momento: el...
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