sábado, 26 de junio de 2021

Jordi Alba, de proscrito a indiscutible

Cuando en estos días se buscan fotos de la selección española para ilustrar las páginas y las piezas de la web, siempre hay un denominador común: en todas está Jordi Alba partiéndose de risa, un buen indicador de la situación actual del defensa en el equipo, proscrito cuando llegó Luis Enrique en 2018 y ahora fundamental hasta el punto de que ha disputado los 270 minutos de la fase de grupos (solo han hecho pleno como él Unai Simón, Laporte y Pedri). «Nunca se le ha visto tan feliz aquí», deslizan desde Las Rozas, encantados porque Alba, uno de los pocos veteranos en este equipo con alma de becario, se ha implicado al máximo y transmite la ilusión con la que España quiere contagiar a su gente. No es un líder natural, tan de moda ahora ese tema de las jerarquías, pero sí tiene una ascendencia indiscutible, capitán por la baja de Sergio Busquets ante Suecia y ante Polonia y también portador del brazalete en los últimos minutos del guateque contra Eslovaquia. «Su alegría es contagiosa y está todo el día pendiente de los chavales», revelan de Jordi Alba, al que pocos imaginaban con tanto peso en esta Eurocopa. En el trayecto hasta el torneo, Luis Enrique le dio muchísima confianza a José Luis Gayà y parecía que el valencianista partía con ventaja antes de la Euro para ser el titular en el flanco izquierdo. Sin embargo, Alba, intocable en el Barcelona y con una estrechísima relación con Leo Messi, se presentó con unos indicadores óptimos a la concentración y convenció a Luis Enrique, con quien siempre tuvo sus tiranteces por mucho que ambos se han encargado de negar la mayor. Porque cuando aterrizó Luis Enrique en el vestuario de España lo más llamativo de sus listas era la ausencia de Alba. En las dos primeras, el técnico prescindió del azulgrana, que estaba en un momento de forma notable, y no convencían en absoluto sus explicaciones. De hecho, Luis Enrique nunca aclaró esa decisión, abrazado al discurso facilón aquel de «yo no hablo de los que no están». Todo el mundo interpretó, sin tener que darle demasiadas vueltas, que Luis Enrique no llamaba a Alba por las diferencias que arrastraban de la época en la que coincidieron en el Barcelona (tres temporadas), una tensión que, cuentan, se acentúo después del 4-0 entre el PSG y el Barça de Champions que terminó con aquella brutal remontada catalana en el Camp Nou (6-1). A partir de ahí, el carrilero perdió peso y dejó de participar en los encuentros importantes de la fase final del curso, liberado cuando hubo cambio de jefe y Ernesto Valverde asumió el control. «Seguro que me va mejor que con Luis Enrique. No he tenido los minutos que tenía, pero espero que ahora me vaya mejor», deslizó Alba. El problema para Jordi Alba es que Luis Enrique, después del trastazo del Mundial de Rusia, fue nombrado seleccionador y las palabras del pasado jugaron en su contra. Fue llamado a filas a la tercera, pero volvió a desaparecer del radar del asturiano en la segunda etapa de éste. De septiembre de 2019 (entonces, por las circunstancias, mandaba Robert Moreno) a marzo de 2021, el lateral no se vistió de rojo, 568 días en el olvido. El costado izquierdo pasaba a ser cosa del mencionado Gayà y de Reguilón hasta que el pasado marzo, por fin, Alba regresaba a Las Rozas. «Conocerse mucho tiene cosas muy buenas y a lo mejor algunas no tan buenas. En mi caso creo que es positivo que conozca tanto a Jordi y que él me conozca tanto a mí. Ya sabe de qué pie cojeo. Ahora mismo, de ninguno», vaciló Luis Enrique al incluirle entonces en la lista. El tercero con más pases Como ahora no cojea ni por diestra ni siniestra (se entiende que antes sí, claro), el seleccionador trata a Jordi Alba con absoluta normalidad e incluso le concede los galones que merece por su veteranía. Cuando se pregunta a la gente de la caseta por esa relación, todo el mundo se hace el loco y se evita pisar ese charco. «Con el cuerpo técnico se lleva de maravilla. Los temas privados con el míster serán temas privados. Pero su actitud es de diez», relatan. «Mi relación con el míster es muy buena, nunca he discutido con él», insiste el futbolista, poco convincente ese discurso viendo cómo se ha desarrollado la película. «Estuve tiempo sin venir y ahí te das cuenta de la importancia que tiene la selección. Vengo con muchas ganas», apuntó ante los medios, de los que siempre ha recelado hasta el punto de protagonizar algún episodio subido de tono como al finalizar el Mundial de Brasil. Son tantas las ganas de las que habla que asoma en varias estadísticas de las que presumir en esta Eurocopa. Es, después de Kroos y Laporte, el jugador que más pases completados da en el torneo (250) y el tercero que más kilómetros corre en España (Pedri y Koke por delante), líder en balones recuperados y autor de una asistencia (a Sarabia). Estos días ha sido tema de tertulia porque tiene una oferta atractiva del Inter de Milán y en el Barça, que necesita aliviar la masa salarial (Alba es de los mejor pagados), suena precisamente Gayà para suplirle. Él, ya con 32 años, mira de refilón porque está en el tramo final de su carrera, aunque más por lo que indica su edad que por el físico. Con Busquets, es el único campeón de algo que queda en España (Eurocopa 2012) y engorda su lista de internacionalidades, ya van 75. «No me esperaba esta camiseta, es un orgullo estar aquí con todos vosotros, ojalá que sean muchos más y no hay mejor manera que celebrarlo con una victoria como la de hoy», desveló emocionado en el vuelo de regreso de Sevilla a Madrid del pasado miércoles, cuando se le entregó una camiseta conmemorativa. En la foto sale partiéndose de risa, como en todas, y con Luis Enrique, quien le concedió el indulto para ahora entregarse a él.

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