
A pesar de que en la ciudad hay aficionados que no aprueban su gestión, lo cierto es que es bajo la presidencia de Franco Caselli (Argentina, 1995) cuando el Burgos CF ha logrado volver al fútbol profesional veinte años después. Tan solo han pasado dos temporadas desde la llegada de este joven a la entidad y ya ha conseguido su primer objetivo. «En la primera rueda de prensa del proyecto dijimos que nos gustaría lograr el ascenso en dos años. Nos tomaron por locos y nos decían que no nos pusiéramos plazo, pero hemos cumplido», dice orgulloso a ABC. Su caso es de especial interés por distintas cuestiones. Caselli procede de una familia que respira fútbol, tanto el que ocurre dentro del campo –«Somos unos fanáticos y seguimos muchas ligas, y la española nos encantaba», cuenta– como el que transcurre en los despachos –«Mi padre fue dirigente de River Plate durante muchos años y se presentó a candidato a la presidencia en tres ocasiones», añade–. Quizá por ahí se explica cómo terminó Caselli gestionando un club a más de diez mil kilómetros de su Buenos Aires natal. «Surgió la posibilidad de invertir como grupo empresarial en el fútbol español y aparecimos aquí, en Burgos». Otro de los hitos de Caselli es haber logrado el ascenso siendo el presidente más joven del fútbol español, con tan solo 25 años. Una condición que, a su juicio, no influye a la hora de gestionar: «Estoy ligado al fútbol desde muy pequeño y he hecho un Máster FIFA que me enseñó mucho. Conozco a muchísimos dirigentes a nivel mundial y creo que tengo la experiencia necesaria para asumir el reto. Además, en el mundo del fútbol se respeta mucho los cargos y las instituciones, independientemente de la edad». El matagigantes El Burgos es una de esas instituciones que gozaron de sus años dorados durante la segunda mitad del siglo pasado. El ‘matagigantes’, se le llegó a llamar, por esa capacidad que tenía para dar más de un susto a los grandes. Sin embargo, distintos problemas económicos acabaron con el Burgos en el pozo, y con él, una afición que se desenganchó a un equipo sin apenas capacidad para remontar. «Cuando llegamos nos encontramos una institución completamente apagada. Recuerdo que caminábamos por las calles de la ciudad y no había ni una camiseta ni una bufanda ni nada con el escudo del Burgos. En ese momento había menos de 1.000 socios, solo quedaban los más fieles, pero ahora somos más de 8.500. Había una afición apagada y el desafío era poner de pie a la ciudad.». La familia Caselli, cuenta Franco, ha tenido que hacer «una aportación bastante grande para levantar la institución», esfuerzo que ha dado sus frutos esta temporada: «Alrededor del 75-80% del capital social actual de la sociedad anónima deportiva fue aportado por nosotros. Los socios necesitaban escuchar que el Burgos era candidato al ascenso y poco a poco fueron llegando jugadores ilusionantes y la masa social se fue animando», subraya. Cuando se confirmó de manera matemática el ascenso del Burgos, varios centenares de aficionados se acercaron a celebrar con los jugadores en la recepción que se realizó en el Ayuntamiento. Aquel día, además, se vieron pancartas pidiendo la dimisión de Caselli. La raíz de este asunto está en los impagos sufridos por trabajadores del club, situación que, de prolongarse, les impediría competir en Segunda. No obstante, según el presidente, no es un problema: «Nosotros no solo no contamos con tener deuda negociada con los acreedores, sino que la intención es llegar a deuda cero para comenzar a trabajar con todo en Segunda», explica. En este sentido, anuncia que los ingresos llegarán de la familia Caselli mediante una ampliación de capital. «No vinimos a ganar dinero, de hecho perdemos todos los días. Lo que queremos es armar un proyecto deportivo», se defiende. El próximo reto Una vez se ha logrado el ascenso, el reto para la siguiente temporada es mayúsculo. Caselli es consciente de la exigencia de la categoría de plata, y lejos de prometer imposibles, apela a la prudencia. «El ascenso lo es todo porque Burgos necesitaba respirar fútbol profesional. El crecimiento va a ser importante, pero sabemos que va a ser complicado porque la diferencia presupuestaria con algunos clubes es muy grande. Venimos de ganar casi todo y el año que viene seguramente sea al revés. El Burgos tiene que asentarse en Segunda e ir poco a poco creciendo, tal y como han hecho otros como el Fuenlabrada, el Mirandés o la Ponferradina». Caselli cuenta que recientemente tuvo una reunión con la Liga de más de ocho horas para conocer las exigencias de la nueva competición: «Son todas las que te imaginas y más». Caselli, que vive en Burgos desde hace dos años, se muestra orgulloso de su tierra de adopción, la cual, en su opinión, tiene algunas semejanzas con Argentina: «Es una ciudad que vive mucho el sentimiento por Burgos, ya sea por el equipo de fútbol, por el de baloncesto o por la misma Catedral. Ese arraigo por la tierra y por sus tradiciones lo veo muy ligado a mi país. El burgalés defiende lo que es de Burgos y eso es muy importante». El año que viene lo hará en Segunda división.
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