
En julio de 2013 Francisco García Escalero era ya un sesentón que había perdido el poco pelo que su cabeza había combatido durante años por conservar. La barba de tres días, rendida ya al blanco de las canas, y una barriga imposible de contener para el cinturón le daban aspecto de abuelo entrañable; ese suegro de mediana edad con chispas en los ojos al levantar en brazos a su nieto recién nacido. Pero vaya si las apariencias engañan. Aquel verano, el ‘matamendigos’ se personó varias veces ante un psicólogo que buscaba analizar su caso. Sus respuestas dejaron cristalino que hacía mucho tiempo que la cordura había apagado la luz y se había marchado para no volver. «Una vez vi a...
Ver Más
De España https://ift.tt/3gtPO18
0 comentarios:
Publicar un comentario