Durante siglos, el agua llegaba a Madrid mediante los viajes de agua, de ahí a los caños de las fuentes y de estas a las cubas de los aguadores, que las repartían a domicilio. Unos 6,5 litros diarios por habitante, cantidad muy insuficiente para una población creciente. Buscando una solución para abastecer a los madrileños, surgió una idea visionaria: la de los ingenieros Juan Rafo y Juan de Ribera, a quienes se encargó en 1848 el proyecto de una presa, un depósito y un canal que surtieran de las aguas del río Lozoya a la capital. El triunfo del proyecto fue total, y hoy, 170 años después, la empresa Canal de Isabel II continúa apagando la sed de los madrileños... Ver MásDe España https://ift.tt/3qtUF5Y
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