lunes, 31 de mayo de 2021

Luis Enrique asume todo el poder

La liturgia, cuando hay concentración de España, siempre es más o menos la misma. Al mediodía, los telediarios recurren a las imágenes insulsas de la llegada de los internacionales a Las Rozas (ya nadie habla como antes se hacía con esos canutazos improvisados y solo se atiende a los medios oficiales con preguntas sin chicha) y lo más interesante, hasta ayer, era esperar a la llegada de Sergio Ramos, analizar el modelito de turno y escuchar las frases del capitán, voz más que autorizada por su carisma y por su ascendencia. Sin embargo, el día uno de la Eurocopa, que en cierto modo empezó este lunes con la llamada a filas y el primer entrenamiento del equipo, dejó precisamente como foto la ausencia del madridista, incalculable el vacío porque todo cambia. No ha habido otro jugador en los últimos tiempos con tantísimo poder y la selección asume el inicio de una nueva era sin saber del todo cómo funcionan ahora las jerarquías. En cualquier caso, la certeza, viendo la lista de 24 y cómo se han desarrollado los acontecimientos en los últimos tiempos, es que el líder, que nadie lo dude, es Luis Enrique, encantado el asturiano con ese protagonismo. Sin que todavía haya mucho ambiente de Eurocopa, perdido el personal después de una temporada asfixiante, se concentró España y se puso a trabajar, que buena falta hace porque el torneo empieza en apenas dos semanas (el 14, debut contra Suecia en La Cartuja) y hay muchísimas cosas en las que incidir si se quiere soñar con algo. Llegaron Morata, Gayà, Sarabia, Olmo, Diego Llorente, Thiago, Adama Traoré... Todos listos antes de las 13.30 horas, que era cuando empezaba oficialmente esta concentración que, en el mejor de los casos, finalizaría el 11 de julio en Wembley, sede de la final. Ahora mismo, cuesta imaginar que esta España apure tanto en esta Eurocopa multisede, pero tampoco hay grandes potencias más allá de Francia, quizá también Portugal. En los entrenamientos de España, que serán todos cerrados excepto un ratito en los días de previa y los quince minutos de limosna de ayer, siempre se buscaba a Ramos porque regalaba las mejores fotos. Celebraciones, apuestas, retos, risas, penaltis, lanzamientos de falta... Todo en torno a Ramos, que lleva media vida en Las Rozas, presente en el día a día de la selección desde que Luis Aragonés le dio la alternativa en 2005. Desde entonces, el central ha estado presente en 85 de las 92 listas de España y ha participado en nueve fases finales (cuatro Mundiales, tres Eurocopas y dos Copas Confederaciones), 180 tardes de rojo de las últimas 209 del combinado nacional. Para hacerse a la idea, la última vez que Ramos no estuvo en una convocatoria fue en noviembre de 2016, ausente en Granada por lesión para jugar contra Macedonia. Ramos se puso por primera vez el brazalete de capitán en 2010, todavía siendo Casillas el líder del vestuario, pero el sevillano fue adquiriendo poder hasta que se consumó su alzamiento cuando el portero dejó la selección después de la Eurocopa de 2016. Siempre se ha dicho que Ramos mandaba tanto que era capaz de condicionar los viajes, de fijar las primas y hasta de establecer las normas de régimen interno, casi siempre el último en llegar a las concentraciones y de los más rezagados cuando tocaba desayunar. Ayer, cuentan desde la Federación, se notó su ausencia, si bien se da por hecho que poco a poco se irá silenciando el ruido, sobre todo si los resultados de los dos amistosos previos a la Eurocopa (Portugal, el viernes; Lituania, el martes que viene) son positivos y si el torneo no se tuerce en la fase de grupos. Fue un lunes atípico en la Ciudad del Fútbol, calor asfixiante a las 19 horas para recibir a los internacionales en el campo principal. Fueron desfilando los jugadores y Luis Enrique montó un pequeño corrillo antes del trote y del rondo, siempre el rondo. EL asturiano, con gafas de sol, alejó al máximo a los internacionales de los medios en el cuarto de hora de permiso, que apenas dio de sí. Un pisotón a Jordi Alba que le dejó por los suelos, Unai Simón y Robert Sánchez pasándose la pelota de banda a banda y poco más. A las 19.15 horas, ni un segundo más, todo el mundo fuera y a trabajar sin interferencias ni cargas, pues Luis Enrique quiere a la prensa cuanto más lejos mejor. Sus normas Desde que el técnico aceptó la propuesta de Luis Rubiales, que se lanzó a por él en 2018 después del esperpento del Mundial de Rusia para poner orden y aplicar mano dura, Luis Enrique, en sus dos etapas, ha impuesto siempre su ley sin que nadie en Las Rozas le haya cuestionado nada. Es de los que afronta con gusto los problemas, intervencionista desde el inicio porque ya en la primera lista se atrevió con nombres con escaso pedigrí y también dejó fuera a consagrados como Jordi Alba, con quien arrastraba alguna rencilla de su etapa en el Barça y que, más o menos, ya han solucionado por puro interés. Fijó unas normas básicas de convivencia –entrenamientos más pronto con el correspondiente madrugón, nada de móviles cuando se está en grupo, visita al nutricionista...– y entendió que le convenía estar de buenas con Sergio Ramos. Tanto es así que tuvieron un flechazo, infinitos piropos entre uno y otro después de la primera vez juntos. Ahora, Ramos no está en Las Rozas y Luis Enrique insiste en que no tiene las puertas cerradas y que le gustaría que llegara a las 184 internacionalidades para ser el jugador con más presencias en una selección, pero es algo aventurado predecir la lista de septiembre, cuando España vuelva después del verano. La selección trabajará durante todo el torneo en Las Rozas porque así lo quiere Luis Enrique, quien también ha optado por una lista de 24 en vez de los 26 posibles que permitía la UEFA. «Él tiene sus principios y los mantiene, lo tiene todo muy claro», dicen desde la RFEF. En realidad, y más sin Sergio Ramos, la estrella está en el banquillo, la estrella es Luis Enrique, el jefe de todo.

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