lunes, 31 de mayo de 2021

Alguersuari, vuelta a los orígenes después de la depresión

Ha vivido tan deprisa que su hoja de servicios es una oda a la precocidad. A los 19 años Jaime Alguersuari fue el piloto más joven de la historia de la Fórmula 1, a los 21 una víctima de la cruel esencia de este deporte negocio, despedido del equipo nodriza de Red Bull y en el balcón de una depresión; y a los 25 ya era un jubilado en el automovilismo sin derecho a subsidio de desempleo. Cumplidos los 31, el piloto que un día se colgó la etiqueta de potencial sucesor de Fernando Alonso, es ahora un veterano de vuelta de todo que se reconcilia con sus orígenes, con el mundo en el que creció y se educó. Alguersuari, que hoy podría ser el Verstappen que pelea con Hamilton por el título, regresa a la competición por el puro placer de disfrutar sin obligaciones. El próximo fin de semana correrá el campeonato de España de karts. «Estoy muy feliz de haber reencontrado mi pasión», cuenta a ABC. Aquella llamada de Franz Tost, el director deportivo de Toro Rosso, en el invierno de 2011 acabó con la vida deportiva de Alguersuari. Al piloto barcelonés, que hacía planes y se preparaba para su cuarto curso en la escudería filial de Red Bull, le clavaron una daga en el costado. Se había criado en la escuela de jóvenes pilotos de Red Bull en Fuschel (Austria). Planes de entrenamientos severos y adiestramiento estilo militar que inciden en el apartado psicológico. Red Bull quiere atletas con elevado nivel de resistencia al estrés. El que resiste, se queda. El que demuestra debilidad, se va. Alguersuari, que superó aquella instrucción siendo un adolescente, se hundió al quedarse fuera de la Fórmula 1 de un día para otro, como quien cae fulminado por un rayo. «Han pasado diez años y hoy ya lo he superado. Soy capaz de hablar de ello sin problema. Entré en una depresión que me obligó a pedir ayuda. No quería aceptarlo, tenía tanta rabia dentro…», admite. La depresión hurgó en los fantasmas de su pasado y Alguersuari concitó una corriente negacionista de la F1. Declaraciones contra este deporte, su falta de humanidad, su particular escala de acceso solo para millonarios. «La F1 no es un deporte, es un negocio», decía entonces el catalán. Con 25 años convocó una rueda de prensa en el Consejo Superior de Deportes para anunciar que abandonaba el automovilismo (al salir de la F1 corrió en la Fórmula E y en otras categorías) –«he perdido la pasión por los coches», argumentó– y que lo dejaba todo para dedicarse a componer y a pinchar música electrónica con el sobrenombre de Squire. «La música me sirvió de refugio –explica, mitad piloto, mitad creador musical–. Quería borrar mi personaje en la Fórmula 1. Necesitaba esconderme y oxigenarme. Mi familia no entendió el movimiento que hice al retirarme. Escribí un libro (’Reinvéntate’), sobre técnicas de motivación. Salí de un mundo que me lo había dado todo y estuve un año componiendo música, tratando de entender que la vida gira...». Cinco años apartado del deporte apaciguaron la irritación del piloto, un tipo reflexivo al que le gusta comunicar sus sensaciones. «Sí, ya sé que hoy podría estar conduciendo un Red Bull, que podría estar disputando el título mundial, que tal vez hubiera podido ser campeón... Y me digo a mí mismo, ‘sonríe, la vida te ha tratado como un privilegiado’. Cuando ahora veo a los padres con sus chicos en los campeonatos de karts, siempre les digo, ‘disfrutad del momento, disfrutad de la vida, no os presiones’. He conseguido volcar mi vida hacia valores positivos, veo siempre el vaso medio lleno». Imparte conferencias En el uso de su facilidad de palabra, Jaime Alguersuari se ha convertido en un conferenciante de primer nivel que aporta sus conocimientos y sus vivencias a empresas, universidades y también algún colegio. «Cuando voy a un colegio y te sumerges en la inocencia de los niños, es cuando mejor me lo paso». El transcurso del tiempo le ha hecho ver la Fórmula 1 con otros ojos. «Creo que deberían llegar a la F1 los 20 mejores de un ránking, como en el tenis. Pero no estoy para desprestigiar nada, ni quiero ser la persona desgraciada a la que sacudieron. Lo mejor que me sucedió en 2011 fue que me dieron un baño de realidad. Aprendí lo que cuesta un café en un bar. Me ha hecho más realista y maduro. Me hizo entender como es el mundo exterior». Superado el desgarro, Alguersuari se citó un día con su amigo Sete Gibernau, el expiloto de motos que tiene en su casa un pequeño circuito. Volvió a subirse a un kart y celebró ese momento. «Volví a sentir cosas que hacía años no sentía. Di unas vueltas y pensé, ‘no me he olvidado, no estoy tan viejo con 31 años’. Y encontré de nuevo la motivación». Alguersuari, que colaborará en un programa de televisión sobre deportistas que tuvieron problemas, se ha enrolado en el equipo CRG, con el que irá al campeonato español de karts, y tal vez al Mundial. «Le gente me ha recibido con los brazos abiertos. Estoy pasando hambre porque debo perder tres kilos. Estoy muy feliz. Intentaré vivir en silencio dentro del ruido. Estoy en paz conmigo mismo».

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