miércoles, 26 de mayo de 2021

Las cenizas del fútbol de la RDA

Antes de la caída del muro de Berlín y la posterior reunificación, la República Democrática de Alemania gozaba de una liga de cierto prestigio en el panorama futbolístico europeo. Sus equipos peleaban en Copa de Europa y Recopa, e incluso su selección nacional realizó un buen papel en el Mundial del 1974 en la vecina Alemania Federal. En la DDR-Oberliga competían clubes históricos como el Dinamo de Dresde, el Magdeburgo o el Dinamo de Berlín. Hoy en día, la mayoría de estos clubes, ahogados por la herencia del régimen caído, sobreviven en las divisiones regionales alemanas. Con motivo del treinta cumpleaños de la última edición de la extinta competición de la RDA, ABC repasa la historia y la actualidad de los mejores clubes que la conformaban. Dinamo de Dresde y Dinamo de Berlín Los dos equipos más laureados de la competición llevan en su escudo el apelativo de Dinamo. No es casualidad, el Dinamo de Berlín nació de una escisión del Dinamo de Dresde. Ambos equipos están íntimamente relacionados con la Stasi, el órgano de inteligencia -y represión- de la RDA. De hecho, el dueño del Dinamo de Berlín era Erich Mielke, jefe de la mencionada policía política. Bajo su mandato, los berlineses dominaron la competición en los 80 mediante diez títulos de liga consecutivos. Años después, archivos desclasificados del gobierno de la Alemania Oriental mostraron que se habían producido amaños sistemáticos en favor de los capitalinos; un clásico en el deporte del este. El Dinamo de Dresde, con ocho, le sigue de cerca en títulos de liga. Después de que el Dinamo de Berlín arrastrara consigo a sus mejores jugadores en el primer lustro de los 60, los de Sajonia reconstruyeron desde cero y volvieron a la élite en los 70, de la que no se bajaron hasta el fin del país, y por supuesto, de la Oberliga. Ambas entidades también comparten episodios de huidas de sus jugadores a la Alemania Federal, aspecto y sentimiento habitual en el ciudadano común del oriente alemán en esta época. El caso más llamativo es el de Lutz Eigendorf, el ‘Beckenbauer del este’. Corrían los años 70 y el joven mediocampista era la principal estrella del Dinamo de Berlín, además de ser un fijo en el equipo nacional. En comparación a la gris vida de sus compatriotas, Lutz era un chico con status en el régimen: tenía una casa amplia, televisión en color y coche. Sin duda, era el ojito derecho de Mielke. Pero Eigendorf tenía 23 años, afán de conocer mundo y ganas de abandonar un estado represivo. En 1979, en un amistoso en Kaiserlautern huyó de la concentración para no volver jamás a la Alemania Oriental. Esta fuga sentó fatal en la Stasi, que desde ese momento colgó el cartel de traidor al futbolista. En 1983, cuando el joven jugaba en el Eintracht Braunschweig de Bundesliga, sufrió un accidente de tráfico que le costó la vida. De nuevo, los documentos de la inteligencia de la RDA confirmaron que Lutz fue secuestrado y envenenado por el régimen, antes de provocar el accidente que oficialmente le había matado. Mejor suerte corrieron los futbolistas Matthias Müller, Peter Kotte y Gerd Weber, del Dinamo de Dresde, cuando fueron detenidos antes de viajar a Argentina a jugar un amistoso. La Stasi, por medio de alguna filtración desde el vestuario, descubrió que los jugadores tenían una oferta del Colonia de Bundesliga. Weber cumplió 11 meses de prisión y a los tres jugadores se les prohibió volver a jugar en el fútbol profesional del país. Pese al dominio de los clubes de la Policía, también otros equipos brillaron en la liga oriental. Por ejemplo, el Magdeburgo fue el único que consiguió alzarse con un gran título europeo, la Recopa de 1974 frente al Milán. Además, suman tres Oberligas a sus vitrinas. Otros clubes relevantes fueron el Carl Zeiss Jena, el Lokomotive Leipzig o el curioso Karl-Marx-Stad, club y ciudad que llevaban el nombre del filósofo durante la RDA. Esta entidad hoy se denomina Chemnitzer FC. Reunificación y caída En la temporada 1991-92, tras la reunificación del país, el fútbol germano también volvió a integrarse en uno. Pero la solución no fue equitativa: los dos primeros clasificados de la Oberliga se integraban en la Bundesliga; tercero y cuarto, habituados a jugar la UEFA, bajaban a Segunda junto al quinto, el sexto y los vencedores de un playoff entre el séptimo y el duodécimo clasificado. En definitiva, de 18 equipos que componían la Oberliga, dos clubes mantuvieron la máxima categoría, seis bajaron a Segunda y otros seis a Tercera. Desde entonces, los equipos del Este que no han desaparecido, sin capital ni inversión y sumidos en la pobreza derivada del régimen, deambulan por las categorías más bajas del fútbol alemán. Actualmente, el Dinamo de Berlín compite lejos del fútbol profesional en Cuarta división, como el Lokomotive Leipzig o el Chemnitzer. El Dinamo de Dresde jugará el curso que viene en 2. Bundesliga y acompañará al Aue y al Rostock como representantes de la extinta Oberliga en la Segunda alemana. Solo un equipo de aquella competición brilla actualmente en Primera, el Unión Berlín. El pequeño conjunto del extrarradio capitalino nunca brilló en la Alemania Oriental. De hecho, nunca afianzó su posición en Primera. Esta temporada se ha convertido en el primer equipo de la extinta RDA que alcanza las competiciones europeas desde la disolución de la Oberliga. Este modesto club, fundado a principios del siglo pasado y construido literalmente por sus socios (ellos mismos levantaron su estadio en los grises bosques del extrarradio berlinés), ascendió a la Bundesliga hace dos temporadas. Hoy es equipo de Europa tras su mejor curso en la élite: fue séptimo, no perdió ninguno de sus encuentros ante el Bayern y venció a Dortmund y RB Leipzig. La campaña que viene, el An der Alten Försterei (uno de los pocos campos en los que el fútbol aún se disfruta de pie) será testigo del nuevo experimento de la UEFA, la Conference League.

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