
Ayer desayunábamos con que Fernando Savater votará a Ayuso. Nadie en su sano juicio creerá que Savater es un fascista por hacer público que, esta vez, elegirá a la derecha, como tampoco lo es Andrés Trapiello, quien ha escrito en Twitter «Savater admirable una vez más». Ni mucho menos Leguina o Redondo Terreros, exdirigentes socialistas que reconocen «su servicio [de Ayuso] a los demás». Pero el entendimiento es lo que verdaderamente escasea en una campaña que es más una ensalada de verborrea tóxica y en la que, tras años de creciente sectarismo, señalar con la sobadísima palabra ‘fascista’ a quien se sitúa a la derecha del PSOE, si antaño causaba pavor, ahora provoca el mismo efecto que si te condenan...
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