lunes, 4 de junio de 2018

A la selección le falta rodaje

Entre las ausencias y los muchos cambios, España dejó una preocupante sensación de indefinición. El ajuste de Costa en el equipo volvió a despertar dudas más que razonables. Buen ambiente en Villarreal para recibir a España. Aplausos para todo el mundo, pitos para nadie. Ideal público para la Selección. Antes del partido, la trilogía: Paquito el Chocolatero, el Himno Nacional y el "Iniesta, Iniesta". No hubo ni un silbido a Piqué. Diego Costa es un jugador nacionalizado pero no naturalizado. Pese a su esfuerzo, sigue pareciendo un cuerpo extraño. En más de un lance se convirtió directamente en un estorbo. Hay algo contradictorio en sentar una escuela mundial de toque y rematarla con Costa. Suiza fue un rival útil, noble y a ratos presionante. Llevó peligro en un par de jugadas por la derecha. Shaqiri y Lichtsteiner dieron pases peligros aprovechando las subidas de Alba. En muchos momentos, España defendía con tres. El juego de España partía en estático de un 4-1-4-1 que no terminaba de calentarse. No hubo ritmo, salvo en las triangulaciones de Iniesta, Silva y Alba. Eran el foco del juego español, pero parecían viejos amigos juntándose en otro equipo. España no presionaba arriba y esperaba muy junta en la media. Costa fue útil en un balón largo que le bajó con la cabeza a Silva para que rematara, pero no se terminó de aprovechar tanta distancia, incluso se percibió el vicio inadmisible de acabar las cosas lanzándole balones largos. Tener a Thiago, Iniesta, Silva y Aspas y jugarle en largo a Costa deja a la vez una sensación de desajuste, de riqueza y de impotencia. Como viajar al extranjero con un gran portátil pero sin el conector adecuado. Aspas estuvo bien, se cambió de banda para orientarse mejor, pero su gramática es la misma que la de sus compañeros. Fue él el que habilitó la primera subida de Odriozola en la jugada del 1-0. Estaba incómodo el lateral, pero tras llegar al fondo y centrar, cazó después el pase de vuelta con una gran volea. Es un jugador con ángel. Tiene algunas dificultades serias en defensa o en el cuerpo a cuerpo. Zuber le apabulló en alguna presión. Pero esas dificultades conviven en él con una facilidad pasmosa para subir la banda con una alegría distinta. Sube con optimismo y sabe moverse, sabe driblar, buscar el ángulo justo de penetración y centrar con rosca. Entre su pelo y su rosca, Odriozola parece un jugador de los años 80. El juego de España era tan irregular que el protagonismo se lo llevaba el trompetista que lideraba la voz de la grada, como una alternativa sentimental a Manolo el del Bombo. Solo fogonazos de Iniesta y Silva con la ayuda de Alba, que es como el bastón de la parte más veterana de la selección por esa banda. Las florituras de Iniesta pusieron en evidencia la tosquedad elemental de Costa, que se tropezaba con los tobillos ajenos. ¡Coordenadas espacio-tiempo alejadísimas! Lo más constante y rítmico fue el privilegiado toque de Thiago haciendo de Busquets. El problema es que sin él se resiente la recuperación española. La media nacional roba poco o nada. Pero el juego en corto de Thiago le da a España un buen ritmo de arrancada que ayer sin embargo no prosperó. Faltó la pasión del toque. España subió el equipo en la segunda parte y en algún momento jugó más cerca del área. Se marchó Iniesta con una ovación enorme. Le aplaudieron hasta los pocos suizos en el campo. Quizás eran sus último minutos en un estadio español. Volvió a subir Odriozola y su centro casi acabó en chilena de Costa antes de marcharse. Los cambios distrajeron a España, por un momento desordenada, y Suiza empató con otra jugada por su derecha, aunque la rematara Rodríguez tras dejarle De Gea la pelota viva. Con Lucas y Asensio, España jugó más abierta. Hubo muchos centros y minutos de ritmo sobre el orden de Thiago, Koke y Saúl y los buenos movimientos de Rodrigo. Pero esa España, que jugó más arriba y buscó la victoria, era un equipo normal, sin la altísima velocidad, ni el juego interior por carriles semiocultos, y sin la nanotecnologia al borde del área. También era muy joven, el abordaje generacional de Saúl y Asensio. Con dos entrando por banda, al campo ensanchado y Thiago pisando más arriba, España rondó el peligro y Nacho tuvo un palo y un cabezazo al final. Partido de alerta, uno de los peores con Lopetegui. España está muy lejos de sí misma.

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